miércoles, 25 de enero de 2017

EL VIEJO QUE LEÍA LA VIDA de Jaime Bertrán García.





Yo no creo en la edad.

Todos los viejos llevan en los ojos un niño,
y los niños a veces nos observan
como ancianos profundos.
Mediremos la vida por metros o kilómetros o meses?
Tanto desde que naces?
Cuanto debes andar hasta que como todos
en vez de caminarla por encima
descansemos, debajo de la tierra?

Al hombre, a la mujer que consumaron
acciones, bondad, fuerza, cólera, amor, ternura,
a los que verdaderamente vivos florecieron
y en su naturaleza maduraron,
no acerquemos nosotros la medida del tiempo
que tal vez es otra cosa, un manto mineral,
 un ave planetaria, una flor,
otra cosa tal vez, pero no una medida.

Tiempo, metal o pájaro, flor de largo pecíolo,
extiéndete a lo largo de los hombres,
florécelos y lávalos con agua abierta 
o con sol escondido.
Te proclamo camino y no mortaja,
escala pura con peldaños de aire,
traje sinceramente renovado
por longitudinales primaveras.

Ahora, tiempo, te enrollo,
te deposito en mi caja silvestre
y me voy a pescar con tu hilo largo
los peces de la aurora!

(Oda a la edad. Neruda)



Cada verano, durante los últimos años, visité a mi tía en la residencia de ancianos en la que se encontraba; era un sitio precioso, a veces me sorprendía tanto que lo fuera que me sentía culpable por ver la belleza de un lugar que parecía destinado a dar cobijo a alguien durante sus últimos momentos, pero situado allá arriba, lejos del pueblo para que no supusiera una molestia para los internos pero lo suficientemente cerca para disfrutar de una vista panorámica de la villa sin sufrir el ruido del tráfico. No puedo evitarlo, era un sitio realmente bonito. 
De ir día tras día durante varios meses al año, era inevitable fijarte en las
personas que allí vivían, trabajaban o al igual que yo, iban de visita y aunque no intercaláramos más que saludos de cortesía, estoy convencidísima que tanto unos como otros, esperábamos cruzarnos cada mañana en los mismos lugares a las mismas horas; una de esas personas que llamaron poderosamente mi atención fue una señora elegante de perfecto moño blanco. Se sentaba siempre en la misma mesa de la cafetería, con un libro y un café con leche, no levantaba la vista del libro en ningún momento, aunque el lugar se viniera abajo de risas y voces; siempre pensé que se trataba de una profesora jubilada, pues la manera de llevar las gafas y colocarse la chaqueta sobre los hombros, eso, solo lo puede hacer una maestra de la antigua escuela. Libros, aunque nunca serán suficientes, es lo que me sobra, así que un día, cuando ya sabíamos que las visitas a la tía llegaban a su fin, cogí una media docena de libros de los que tenía en mi estantería -los que pensé que le podrían gustar o con los que me arriesgué a que descubriera nuevos autores- los metí en una bolsa de regalo y los dejé en la mesa en la que siempre se sentaba la supuesta maestra retirada. En mi siguiente visita a la residencia, por tristísima circunstancia, tan solo tuve tiempo de ver por el rabillo del ojo a un anciano que leía uno de los libros que dejé sobre la mesa de la cafetería. 
No se si la maestra los leería, si le gustaron, si se preguntó quién los dejó y porqué, no tengo la menor idea, pero me reconfortó saber que al menos habían servido para entretener a una persona, aunque no fuera quien yo imaginé. 


EL LIBRO.

En esta ocasión no elegí el libro, fue el libro quien me eligió a mi, pues me llegó sin saber qué había dentro del sobre y desde el momento en que lo abrí y lo tuve en las manos sabía que estábamos destinados el uno para el otro.
La portada ya lo dice todo, o mejor dicho, hace que imagines todo: un anciano enjuto y alto, impecablemente vestido, elegante en su aspecto general, va subido en un monopatín y su cara es la viva imagen de la felicidad; de fondo, el mar y el cielo se funden, como si el ayer y el mañana, fueran tan solo el hoy. En letras rojas, el título: El viejo que leía la vida. ¿La vida se puede leer? si es así, por tanto también se puede escribir ¿Quién hace qué? ¿Porqué? ¿Cómo? en ese momento lo supe, la historia me enseñaría tantas cosas como estuviera dispuesta a aprender. Si me atrevía a subirme a un monopatín y dejarme llevar...y me subí. 

SINOPSIS.

Tomás, 79 años. Tras enterrar a su último amigo decide ingresar en una residencia de ancianos como tabla de salvación para no ahogarse en la soledad y la tristeza en la que estaba sumergido. En la residencia el pasado y el presente de Tomás, así como, la pasión por los libros harán que se inicie una transformación en la vida de los residentes. Al mismo tiempo ese cambio le alcanzará a él; sin saberlo, Tomás, está empeñado en vivir y en hacer vivir a los demás.
A su edad está a punto de aprender una lección: las segundas oportunidades existen y hay que aprovecharlas.


LA OPINIÓN DEL GATO.

No soy una persona sensiblera. Suelo mantenerme firme ante momentos delicados y emotivos, suelo ser la persona que habla en público cuando al resto la emoción les embarga, la que se encarga de organizar lo que los demás no quieren ni nombrar y la que dice quien hace qué. Si, esa soy yo. Sin embargo, soy también la que se emociona ante el llanto de un niño o el saltito fracasado de un gatito que termina en el suelo maullando...o viceversa. Y a mi las personas mayores me enternecen tanto como me sacan de quicio, o las adoro o me enervan. Y Tomás -el protagonista del libro- me hizo sentirme confusa en nuestro primer contacto ¿Era un viejo de esos metomentodos que no dejan de dar la charla y contar batallitas? o por el contrario ¿Se trataba de un abuelito encantador de los que cuentan cuentos y regalan caramelos? solo me quedaba una opción: seguir leyendo. 
Poco a poco Tomás me iba ganando terreno, ese viejo elegante me iba contando pequeñas historias y dándome alguna que otra lección sin que me diera cuenta de ello ¡Vaya, el abuelo es bueno! hay que reconocer que Jaime Bertrán sabe jugar bien sus cartas, y domina tanto el tema del que habla -temas en realidad- como el lenguaje que emplea, pues consigue que el lector empatice tanto con personajes como con los asuntos que trata, y os aseguro que no es fácil hablar de ciertas cosas sin  ofender ni dañar tanto a quien lee como de quién se escribe; vivimos en una sociedad en que las verdades duelen, en un lugar en el que de tanto mirar a nuestro alrededor dejamos de ver lo que nos rodea, un sitio donde las palabras se las lleva el viento o se clavan como puñales, vivimos sin término medio, nos relacionamos ambiguamente, o están los que lo dan todo o los que no dan nada a cambio. Un lugar en el que un resbalón puede hacer que nos partamos la crisma sin que haya suficientes manos que nos ayuden a levantarnos por miedo a caer también; pero Tomás nos demuestra que tan solo hace falta una, pues con una sola mano, podemos levantarnos si sabemos agarrarla firmemente y con decisión, si queremos levantarnos, lo haremos incluso si esa mano es nuestra y la utilizamos para apoyarnos en el suelo y tomar impulso ¿Imagináis la de impulsos y saltos que se pueden dar desde abajo si son varias las manos que tiran de nosotros? pues de eso se trata, de tener una segunda oportunidad y saber utilizarla, si se nos da una mano, no la abofeteemos, usémosla para estrecharla. 
El viejo que leía la vida no es un manual de como ser feliz, tampoco es un libro de autoayuda, ni un compendio de cuentos con moraleja; el libro es justamente lo que dice ser, la historia de alguien que lee la vida y nos la cuenta tal cual, de nosotros depende lo que hagamos con ello. Nadie mejor que su autor para darnos la definición perfecta: un libro es una medicina, para cada mal que nos aqueja, existe la receta sanadora perfecta, solo hay que saber cual. Y para eso están libreros y escritores, y permitidme algo de arrogancia pero voy a añadir a la lista de facultativos los blogs literarios, salvando las distancias y mejorando lo presente. Se proponen recetas, elijan ustedes la que se adecua a su mal. 
No podría despedirme sin hacer mención a un proyecto literario y solidario que el propio autor ha creado y puesto en funcionamiento, El Hombre Libro, proyecto que tiene al libro como herramienta terapéutica y realiza actividades de biblioterapia con el objetivo de mejorar la vida de las personas. Todos los beneficios obtenidos con este libro van en su totalidad a este proyecto.

Porque las segundas oportunidades aunque a veces tarden en llegar, siempre lo hacen a tiempo, solo hay que saber aprovecharlas. 



GATOPUNTOS:




EL VIEJO QUE LEÍA LA VIDA
Jaime Bertrán García

ISBN: 978-84-9140-214-5

Editorial Círculo Rojo

Facebook El Hombre Libro

Para adquirir el libro, pinchad Aquí

Imágenes: ©Yolanda T. Villar




Una Reseña de Yolanda T. Villar

    ©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

lunes, 23 de enero de 2017

LE TURK o la Parada de los monstruos.

Poco os puedo contar esta vez sobre la vida del autor que os traigo, pues poco
sabemos sobre él y eso es mérito del artista; digo mérito porque hoy en día no
dejarse llevar por la tentación de contar todo sobre tí en la redes sociales, más si cabe, dedicándote al mundo el Arte, es todo un logro. El artista francés quiere ser conocido por su obra, no por su vida, así que lo respetamos y os traemos su maravilloso trabajo y deseamos que disfrutéis tanto como nosotros con él. 

Sus fotografías son auténticos decorados cinematográficos, mundos imaginarios con personajes esperpénticos, bufonescos, seres que habitan la trastienda de circos, cabarets y teatros ambulantes, pero en el fondo, cargados de magia.
Le Turk es mucho más que un fotógrafo, que un Artista, es un Mago de la escena y según sus propias palabras: “Mis influencias son contradictorias y muy desordenadas…. Algunas ideas podrían ser: la cultura popular de los años 50, los cómics americanos, la historia de Francia, Bach, Mozart, Tom Waits, Fellini, la pintura romántica y simbólica de Otto Dix, el vino, las mujeres…”

¡Pasen  y vean señoras y señores, pasen y vean! y que sus imágenes hablen por si mismas...¡Pasen y disfruten del espectáculo!



Yolanda T. Villar.



























Fuentes: Web del autor.
Facebook de Le Turk

jueves, 19 de enero de 2017

RETO TARRO-LIBROS 2017




Es la primera vez que este Blog participa en el Reto Tarro-Libros, evento promovido por segundo año consecutivo en el blog de Carmen y amig@s. 

Es tan sencillo participar que no hacerlo por nuestra parte sería imperdonable, así que aquí está el Gato, ahora en lugar de subido al Tejado, se sube al carro o Tarro 😺!! tan solo hay que elegir un tarro, en nuestro caso, un tarro de caramelos que reproduce una antigua lechera y que todavía conserva el aroma de los clásicos caramelos que contuvo y que ahora serán sustituidos por monedas de euro, una por cada libro que leamos en este curioso blog de singular nombre durante este año 2017; queda completamente prohibido abrirlo antes del 1 de Enero del próximo año, momento en el que usaremos el dinero que hayamos guardado dentro para comprar libros, que este Blog donará a una biblioteca, ludoteca, asociación, centro cultural o un amante de los libros y la lectura y que así nos lo haga saber ¡Qué ganas de comenzar!

Os dejamos la foto con nuestro Tarro y como no podía ser de otra manera, junto a un Gato, que para eso somos el Trotero. 




Encantados de participar junto al resto de "Tarrolibreros" y sobre todo, de compartir con vosotros lecturas y con el bote, euros. 

Pasad por Aquí y tendréis todos los detalles al respecto y las bases del reto. 
¡Gracias por trotar con nosotros! y que comiencen a caer euros al tarro...




Troteros: Santiago Navascués Ladrón 👨 y Yolanda Toledo Villar 👩


Pd: aunque subimos los libros leídos a la página de Facebook de Tarro-libros, iremos compartiéndolos por aquí también. 


miércoles, 18 de enero de 2017

LA CHICA OLVIDADA, de Noelia Lorenzo Pino







Dicen que el amor es ciego. Que la ceguera que el amor impone en quienes lo experimentan, les lleva a realizar actos cargados de imprudencia, actos deshonestos, actos que escapan a toda razón. Por amor, se han cometido pecados, negligencias, incluso asesinatos.
¿Y qué hay del odio? Como consecuencia de odiar, los resultados pueden ser los mismos que los derivados del amor. Ahí están los titulares de los periódicos, los teletipos de última hora, los tuits que, con su inmediatez, anuncian efectos negativos e incluso trágicos. ¿Es entonces ciego el odio?
Probablemente, la ceguera que provoca el amor sea la misma que la que manifiestan los que odian. Llegados a este punto, probablemente no nos quepa lugar a duda a nadie de que cualquier acción cometida desde el odio, es totalmente reprochable y condenable. Sin embargo, en ocasiones tendemos a justificar muchos actos que se hace por amor...
"La quería tanto que por eso le pegué una paliza a aquel indeseable que andaba detrás de mi novia. Para que la olvidase". Esta declaración está copiada de un titular de un periódico hace dos meses, en un juicio por agresión de un hombre hacia otro. ¿Y si aquel hombre que recibió la paliza realmente no iba detrás de aquella chica? ¿Y si eran suposiciones del acusado? ¿Cómo reaccionaríamos si nos viésemos en la posición del agresor?
¿Sentiríamos que somos culpables por agresión o que somos inocentes por salvar a nuestra pareja de quien consideramos un acosador?


Cuando Erein nos hizo llegar la nueva novela de Noelia Lorenzo Pino, fueron varias las ideas que se amontonaron en mi mente. Por una parte, y esto es algo que no puedo evitar, me dejé llevar por el efecto que me produce la portada antes y después de su lectura. Efectivamente, el equipo de diseño que tienen en la editorial donostiarra ha vuelto a realizar un trabajo magnífico y logra condensar, con un trabajo sencillo pero muy sugerente, la realidad de la novela que la autora nos quiere trasladar. Por otra parte, pensé en el anterior trabajo de la escritora irunesa, La sirena roja, y recordé que descubrí a una escritora con muy buenas cualidades para poder hacerse con un espacio dentro de los novelistas que dan sustento al crecimiento de la novela negra en nuestro país. Había cosas por pulir, pero el potencial de la autora se dejaba ver para todo aquel que quisiese verlo... ¿Estaba equivocado? Había que leerla.
La chica olvidada es una novela que bebe directamente de géneros cinematográficos como el suspense y el misterio. No se trata de una novela negra como tal, ya que únicamente se produce una muerte violenta, sino de una trama que, a partir de un asesinato, se compone de dos investigaciones que la policía autónoma vasca, la Etzaintza, lleva a cabo entre dos localidades fronterizas de Guipuzkoa con Francia: Hondarribia e Irún.
La aparición del cadáver acuchillado de una joven atractiva y con toda la vida por delante, tras una noche de fiesta, causa una profunda conmoción social. El caso pasa a las manos de Eider Chassereau y Jon Ander Macua, agente y oficial respectivamente, que hace un tiempo consiguieron resolver el famoso caso del Harakin, un asesino en serie que puso contra las cuerdas a los investigadores (y protagonista de La sirena roja). Al inicio de las pesquisas, una agente recién incorporada al cuerpo, Lía Yoldi, le hace llegar a Eider Chassereau un diario de una joven amiga suya que fue asesinada hace catorce años y de cuyo asesino nunca se supo. Lía tiene la impresión de que el reciente asesinato y el de su amiga guardan una cierta relación, pero ella es incapaz de llegar a una hipótesis coherente y por ello le pide ayuda a la agente Chassereau, a quien admira profesionalmente. A partir de entonces, la autora nos adentra con estudiada sutileza a través de dos galerías oscuras que discurren en paralelo para tratar de ir desentrañando los misterios que encierran ambos asesinatos.
Sobre esta base, Noelia Lorenzo diseña la continuación vital de la pareja de etzainas que protagonizaron la primera novela. Eider y Jon Ander no sólo demuestran ser unos grandes sabuesos en busca de pistas que les ayuden a resolver los casos que les encargan, si no que son dos personajes con una vida no profesional compleja, con sus conflictos internos y sus problemas para poder encajar los tiempos que dedicar a su vida personal con los huecos que les permiten las arduas investigaciones policiales. Es en este punto en el que destaca la capacidad de la autora para transmitir ese desasosiego psicológico, pues demuestra un modo efectivo de adentrarse en las entrañas de los personajes que rápidamente conectan con el lector y que le permiten a éste tomar conciencia e identificarse con cada uno de ellos, sintiendo culpa, pena, rencor, alegría, celos, excitación, miedo.
Con gran acierto, la escritora irunesa ha sabido mantener aquellos ingredientes que consiguieron llamar la atención del espectador con su primera propuesta para la línea Cosecha Roja de Erein (ritmo fluido durante el nudo de la novela y vertiginoso en su desenlace, así como un uso de un lenguaje coloquial y directo, tan pegado a la calle como la música que escuchan los protagonistas, los vehículos que conducen o la ropa que visten), y diseñar al mismo tiempo una novela completamente diferente de la anterior. Sale ganando el lector porque no necesita leerse necesariamente la primera para poder sentirse dentro del universo Chaseró y saber de dónde vienen los personajes pues ella sabe ubicarlos con apenas unos esbozos. Pero, y lo más importante de todo, gana la escritora, ya que definitivamente da el salto que desde este mismo espacio le pedíamos para, sabiendo que abajo no hay red, crear una historia atractiva que cautiva al lector; libre ya de los posibles miedos al fracaso, Noelia Lorenzo ha creado la mejor de sus novelas hasta la fecha en el momento adecuado: ese que hace la novela número 3.
Ya se sabe que al principio se suele publicar tu primera novela, salvo excepciones, en editoriales modestas (no por ello menores). Tu segunda novela, cuando ya das el salto a una más potente, es una prueba de fuego exigente, pero el efecto de la novedad y el paraguas de la propia editorial muchas veces no ayuda a vislumbrar el verdadero impacto que puede causar tu trabajo. Es, por lo tanto, con tu tercer trabajo, cuando ya has llegado a un mayor número de lectores; cuando éstos saben de tus puntos fuertes y débiles y ya no te van a pasar volver a caer en errores pasados; cuando el nivel de exigencia aumenta...
Es entonces cuando la suerte comienza a quedar en un segundo plano para dejar el protagonismo a una base fundamentada en el trabajo, en la perseverancia, en saber escuchar y en la voluntad de querer ser mejor escritora. Noelia Lorenzo lo ha conseguido con La chica olvidada y a buen seguro que esta novela le va a traer muy buenas sensaciones tanto con sus lectores como con la crítica especializada. Con esta novela se coloca como una interesantísima alternativa en un género hoy quizá algo saturado, pero en el que no debería tener ninguna clase de problema para atraer la atención de un público joven, pero también de un público adulto que quiera adentrarse en cómo son sus hijos, cómo sienten, cómo piensan... Y para todo aquel que quiera sondear la mente humana, sobre todo aquella que enferma de amor... Que no sólo se enferma de odio, que hay otras formas opuestas que también causa dolor, y sus consecuencias pueden llegar a ser igual de funestas...
¿Novela de suspense para comenzar el 2017? Sin duda, La chica olvidada. Una de las grandes sorpresas de este año que acaba de finalizar. Si la comenzáis, no dejaréis de leerla.

GATOPUNTOS




LA CHICA OLVIDADA
Noelia Lorenzo Pino

ISBN: 9788491091042


Para adquirir el libro, pinchad Aquí



Una Reseña de Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

lunes, 16 de enero de 2017

NÍTIDA SENSUALIDAD, DESENFOCADA SEXUALIDAD por Mona Khun




Una escena se representa en la pantalla de cine, varios personajes ocupan dicha escena, interactúan unos con otros, se dan la réplica, se miran fijamente ahora, apartan la mirada después; la cámara se concentra en uno de esos personajes, lo enfoca directamente, lo aísla del resto, la luz le da de pleno y en un solo segundo, la escena que era compartida por varios actores, ahora parece ser de uno solo de ellos, el resto...se difumina, se aleja, se vuelven borrosos, confusos, se desvanecen delante de nuestros ojos. Ya no existen para nosotros, ahora en nuestra retina, en nuestra mente, solo existe ese único personaje que la cámara hábilmente ha aislado para nosotros, para centrar nuestra atención en su persona, pero ¿Qué ha sido de los otros? ¿Qué representaban en la escena, en la vida del único personaje nítido? ¿Qué hay tras el silencio de los desenfocados y la mirada del nítido? 
El director ha cumplido su cometido: centrar nuestra atención en una persona, en un hecho, en un momento. Lo demás no importa a pesar de ser parte del momento en cuestión. Están todos allí y solo vemos a uno. Solo nos interesa él, a pesar que ahora, las dudas y las preguntas se multiplican porque la escena, se ha quedado coja, incompleta, imprecisa, inexacta. 

Eso es lo que Mona Khun nos muestra a través de sus fotografías, nos centra en una sola figura, una mirada, una sonrisa, un rictus, una mueca, nos inicia en la escena y nos deja a nuestro libre albedrío para elegir el resto, la historia completa es aquella que nosotros queramos crear, imaginar, sentir...la sensualidad está a flor de piel, la sexualidad que se aprecia borrosa, es cosa nuestra, llevémosla hasta donde nos creamos capaces de llegar. La artista brasileña nos fascina con sus cuerpos desvestidos, que no desnudos, para ello deberían sentir pudor y crear lascivia, sin embargo, embrujan y seducen.





















Un post de Yolanda T. Villar

Fuentes: http://monakuhn.com/

                            http://encandilartefotografia.com

miércoles, 11 de enero de 2017

EL SOBRE de Ana María Ruiz Fernández





"...Y la cierro, y en el sobre,
tras guardarla sonriendo
escribo estas dulces frases:
"En su país, a mi dueño"
Y después, enternecida,
la miro, le doy un beso,
la pongo en mi corazón,
¡ y se la doy al cartero !.

(María E. Camarillo. Rosas de la infancia mexicana)



La primera vez que vi la película de "La Carta", de Bette Davis, tendría yo unos doce años, pues recuerdo comentarla en clase de Doña Adela, profesora que tuve aquel año y esta quedó muy sorprendida de que una niña de mi edad la hubiera ya no solo visto, sino que quedara encantada con ella ¿Pero tú la has entendido? -me dijo- ¿Seguro que has captado su sentido? no recuerdo que le contesté pues no se si en verdad la entendí o no, pero las imágenes de ese principio y ese final si que recuerdo no haberlas visto nunca antes en televisión (bueno, en este caso fue en vídeo, un BETA que el padre de mi mejor amiga
acababa de comprar) y fue eso, la fotografía de la película lo que me llamó la atención poderosamente aquella primera vez, eso, y los ojos de Bette Davis iluminados por la luz; recuerdo jugar a escribir cartas y dramatizar exageradamente el momento de recibirlas, con la melena suelta y la bata de la madre de mi amiga que me arrastraba por el suelo, mientras bajaba el tramo de escaleras que había entre su rellano y el mío, carta en mano y al borde del desmayo. Cuando algunos años después la vi de nuevo, me di cuenta que en realidad no había entendido nada, que mis recuerdos sobre la película eran vagos y tontos, era una Obra de Arte y yo tan solo me quedé con lo más superficial. 
No se si fue aquella película, o tal vez las cartas que mis abuelos nos enviaban cada mes para saber como estábamos, puede que incluso una nota que una amiga me escribió para despedirse de mi porque "se marchaba lejos de todo para olvidar el agravio sufrido" (un chico de clase le levantó la falda en plena fila en el patio, delante de todo el mundo, acabando con sus sueños y dignidad, y quería morir por la vergüenza que pasó) o puede que fuera por aquella carta que me llegó en la cual me habían aceptado en un prestigioso centro de estudios, y muerta de miedo pensando en que me quedaría sin amigas, tiré a la basura sin decir nada en casa de su existencia. Fuera por la razón que fuera, las cartas me han fascinado siempre, me encanta tanto recibirlas como escribirlas y guardo con cariño las más importantes que he recibido a lo largo de mi vida, como mi pequeño gran tesoro.




"...Y ahora se porqué estoy aquí, para escribir cartas de amor, cartas de amor. Sin el broche de tus besos iluminando mi escritura, no habría sido posible que estas líneas las escribiera el corazón."




EL LIBRO.

Sobre un fondo verde pastel que recuerda a la madera decapada, posiblemente un escritorio o una mesa, en el centro de la portada, destaca un sobre blanco roto, abierto, y sobresaliendo de su interior un ramillete de pequeñas florecillas blancas; arriba, en grande y en letras rojas, el título del libro. Abajo, en blanco, con letras más pequeñas, el nombre de la autora y la editorial. En el sobre, al final, casi pasando desapercibida si no fuera por su color rojo, con letra pequeña, diminuta casi, con caligrafía manual, una frase: "Te digo adiós para toda la vida..." Si lo miro de cerca, el sobre atrae la mirada sin remisión, junto a la frase, y si lo observo de lejos, mis ojos se van irremediablemente hacia el sobre igualmente; la portada incita, atrae, hipnotiza, dispara sin remisión la imaginación, y junto a la escueta sinopsis de la contraportada, las manos se van indiscretas y ansiosas hasta sus páginas. Ya me conocéis, las portadas y su magnetismo sobre mí. No puedo remediarlo, comienzo a leerlo antes si quiera de acomodarme, mientras ando por la casa buscando a mi gata para sentarme a su lado y leer en la mejor de las compañías. 

SINOPSIS.

Tras un terrible accidente familiar, la protagonista entra Shock al recibir la peor
de las noticias; incapaz de superar el terrible suceso es ingresada en una clínica mental durante varios meses, durante los cuales no solo logra recuperarse casi por completo, sino que conoce al que sería el amor de su vida. Tiempo después, al abrir el testamento de sus padres, descubre una vieja carta a modo de despedida que la deja intrigada por su contenido; a partir de ese momento se pone a investigar y para su sorpresa encontrará el diario de su abuela en el que le contaba como había conseguido la familia el legado que ahora, era suyo. 

LA OPINIÓN DEL GATO.

No se muy bien como empezar a hablar sobre la novela, pues hay muchas cosas que quiero contar sobre la impresión que ha causado en mí, pero no quiero que se me vaya la cabeza en cosas banales o superficiales, no quiero divagar y que se me quede en el tintero lo más importante, al menos, lo que más me ha llamado la atención de ella; he tenido la impresión al leerla que en realidad estaba leyendo dos novelas distintas, escritas por dos personas diferentes. 
La primera de ellas, desde el principio hasta el capítulo XVIII, nos encontramos con Sara, la protagonista, una joven que tras perder a sus padres en un accidente de avión entra en shock y es ingresada en una clínica mental; los acontecimientos pasan rápidos, su vida nos es contada sin a penas pausa, los hechos se van sucediendo casi velozmente, como si la protagonista o su autora tuviera prisa por llegar al meollo de la cuestión, el descubrimiento del sobre, así que nos cuenta sin pausa pero con cierta premura, como la protagonista ha evolucionado desde el accidente hasta su situación actual. Claramente su intención es situarnos ante la mujer en la que se ha convertido aquella muchacha que se quedó huérfana de tan trágica manera y porqué es entonces y no en otro momento, cuando Sara halla el sobre y está capacitada para entender lo que en él se cuenta.
Y entonces comienza esa segunda novela de la que os hablaba, esa segunda historia que sin embargo tiene tanta importancia como la primera, y sobre todo, aclara muchas dudas de la protagonista y rellena los espacios en blanco que le puedan quedar al lector; el diario de su abuela Ana es tan sorprendente como hermoso, en todos los aspectos, tanto en la forma como el fondo. Para mi es más apasionante esta historia que la anterior, digamos que el retroceder en el tiempo ha llenado de magia la narración y ha creado una atmósfera envolvente, suave, de color sepia, de trajes de flores y sombreros de paja, si fuera un cuadro, yo lo calificaría de realismo mágico, ves y sin embargo no es lo que ves. He dicho antes que parecían historias contadas por dos personas distintas, y es que si en la primera la narración es atropellada en ocasiones, algo imprecisa o confusa incluso, la segunda es pulcra, elegante sin dejar la sencillez con la que Ana María nos recibe al principio de su novela, es como si Sara y Ana fueran la misma persona que nos cuentan una historia sincopada aunque alterada por el paso del tiempo.  Por la familia y el amor, no hay fin que no justifique los medios. 
Una novela sencilla, con esa sencillez que sale del corazón más que de la mente, nada ambiciosa en el medio aunque si en el fin. 




GATOPUNTOS:





EL SOBRE
Ana María Ruíz Fernández

Editorial Letrame

ISBN: 978-84-16916-33-7

Si quieres adquirir el libro, pincha aquí



Una Reseña de Yolanda T. Villar


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