jueves, 28 de julio de 2016

DON QUIJOTE EN LA PATERA



Que la realidad que creemos vivir a veces no se corresponde con la realidad en que vivimos es algo que siempre ha dado para teorizar e incluso novelar. Y es que, por alguna extraña razón que no acabamos de entender, en nuestra cabeza creamos o surgen por arte de magia realidades paralelas en las que vivimos de otro modo, sentimos de manera diferente, y hasta nuestra suerte cambia respecto de la realidad que nos toca vivir.
Los llaman locos...
Sea como fuere, el dilema surge en aquellos que, sabiendo que alguien vive una vida que no es la propia sino la que tiene dentro de su cabeza, dudan entre si sacarles del error y descenderlos al frío suelo, o mantenerlos en su mundo onírico a pesar de saberlos equivocados.
¿Y si a un loco lo sacas de su comodidad y lo arrojas a transitar por caminos totalmente distintos a los que acostumbra a discurrir? ¿Y si le enfrentas a  retos nunca antes conocidos? ¿Servirá su locura para conseguir salir triunfante de todos ellos o caerá derrotado, incapaz de razonar de manera luminosa?

Llegó hasta el escenario de La Cava de Olite un espectáculo para todos los públicos con el universal Don Quijote de La Mancha y su fiel escudero Sancho Panza con la intención de redescubrir a este inolvible clásico fruto de la imaginación de Miguel de Cervantes, de cuyo fallecimiento se cumplen cuatrocientos años.
En esta ocasión, Antonio Campos, director del montaje, orquesta a los tres actores que dan vida a los personajes que aparecen en escena para sumergir a los espectadores en una nueva y disparatada aventura en la que el más famoso caballero andante y lector empedernido de novelas de caballerías tendrá que emplearse a fondo si quiere sobrevivir en un mundo hostil. Y es que Don Quijote, sin saber cómo ni por qué, aparece como un subsahariano cualquiera a bordo de un barco de papel a la deriva, que vendría a ser la patera neumática de hoy en día. ¿Dónde quedaron Rocinante y Rucio?

Don Quijote y Sancho parecen recién despertados del enorme golpe contra los molinos allá en tierras de La Mancha, pues no aciertan a encontrar la razón por la que se encuentran en medio de un mar de agua salada mediterránea y no en la vasta planicie manchega. Por lanza, Don Quijote posee una caña de pescar y con ella, se afana Sancho en tratar de capturar algún pez, más no halla otra cosa que restos de basura y una tapa de inodoro, que el hidalgo caballero utilizará, primero como ventano para ver al otro lado del mundo, y más tarde como escudo a falta del oficial.
Sucede que en uno de esos lances, los dos protagonistas escucharán el llanto de un niño procedente de ninguna parte. Cuando se aprestan a encontrar el origen, descubren una caja de madera que, de pronto, se acerca hacia ellos. Al recogerla, encuentran en su interior a un bebé negro que llora quizá de hambre, quizá de frío, quizá de su mala suerte, quizá de pena de olvido.

A partir de entonces, y tras ser atacados y engullidos por una enorme ballena que devora niños olvidados en la nada del mar, Don Quijote y Sancho Panza tendrán que enfrentarse al mago Frestón, archienemigo del enjuto caballero y que, en esta ocasión, hace negocio con los niños que caen en las tripas de la terrorífica ballena, y a quienes Don Quijote, al descubrirlos desvalidos y abandonados, no podrá sino luchar por su salvación.
Alfonso Zurro, responsable del libreto, compone una obra de teatro familiar de amplia base cómica y salpicada por un humor pícaro y burlón, pero no se olvida que lo que tiene entre manos es Teatro, y el Teatro, en tanto que fiel reflejo de la sociedad, siempre ha de servir como método eficaz y atractivo a las gentes para que duden y piensen por sí mismos.
Así, la obra se introduce con excelente factura en el problema de la contaminación de nuestras aguas y nuestros mares; en la tragedia diaria que supone que cientos de almas traten de cruzar el Mediterráneo por cualquiera de sus latitudes a pesar de los peligros infinitos dentro y fuera del agua, en tierra firme y sobre la patera; del terror mudo que inflingen las mafias al otro lado de la costa, que no dudan en hacer negocio de la extrema necesidad y del miedo de seres inocentes que sólo buscan sobrevivir; de la ironía que supone que alguien del primer mundo regatee el precio de las baratijas que le ofrece un extranjero del tercer mundo sin saber que lo que le ofrecen es todo aquello que, en un momento u otro, él no ha querido y se ha desecho de él tirándolo a la basura.

Destaca el trabajo de los tres actores sobre el escenario (sin el olvidarnos de las acertadas coreografías y canciones compuestas, que sonaban en las cabezas de los niños y éstos las repetían misteriosamente al abandonar la platea), la propia escenografía (ágil y maleable, perfectamente resuelta para encajar con el ritmo del montaje) y las proyecciones que consiguen darle un punto mágico a la historia.
Don Quijote en la patera nos plantea la incógnita de cómo el Caballero de la Triste Figura pudiera comportarse en el siglo XXI, y lo que es peor, de cómo sería aceptado por una sociedad que repele sin contemplaciones a todo aquel que merodea sus costas sin deternse a mirar quién es y qué le puede aportar, cuáles son sus problemas o preguntarse qué le ha llevado hasta allí. Así sea el más alto personaje creado en la historia de la Literatura, capaz de enseñar durante siglos a millones de personas, de hacerles pensar y reflexionar sobre la vida, el mundo la amistad, el amor... ¡Ah, qué triste final, en el mundo de hoy, no hay lugar para el Ingenio!



COMPAÑIA
Teatro Clásico de Sevilla

 DIRECCION
Antonio Campos

REPARTO
Javier Berger: Don Quijote de la Mancha
Juanfra Juárez: Sancho Panza
Javier Centeno: Relator, Salustiano, Mohamed, Sombra, Cabeza Parlante

FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA
Texto: Alfonso Zurro
Producción: Juan Motilla y Noelia Diez
Diseño de escenografía: Curt Allen Wilmer (AAPEE)
Diseño de iluminación: Florencio Ortiz (AAI)
Diseño de vestuario y atrezzo: Eva Moreno
Música: Jasio Velasco
Ayudante de dirección: Pepa Delgado
Ayudante de vestuario y atrezzo: Laura Membrives
Proyecciones: Fernando Brea
Coreografía y asesoría musical: Isa Ramírez
Asesor de lucha: Juan Motilla
Realización escenografía: Mambo, TCS
Realización vestuario: Rosalía Lago
Maquillaje y peluquería: Manolo Cortés
Diseño gráfico: Manuel Cuervo
Fotografía: Luis Castilla
Equipo técnico: Tito Tenorio y Fernando Brea
Distribución y comunicación: Noelia Diez


Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

miércoles, 27 de julio de 2016

UN MALDITO CASO PARA EL INSPECTOR ADEL de Andrés Galán



"...Se trata de amar a los no amados,
se trata de dormir en los portales,
se trata de leer en los pecados,
se trata de imitar a los chales,
se trata de morir en los abriles,
se trata de soñar o ser soñados.
Se trata de vengarse o ser vejados."

(Abrahám Galeón)


Era bien jovencita cuando me convertí en adicta a la novela negra, de misterios y terribles asesinatos, esa que nos mostraba oscuros y fríos asesinos versus
detectives duros y casi clarividentes que no sin pasar un tortuoso desarrollo de la acción, daban con la solución al enigma con astucia y casi sin despeinarse; la novela negra norteamericana y anglosajona copaba el mercado y llenaba las estanterías de los lectores amantes del género de todas partes del mundo. Yo era una de esas a las que las novedades de la librería del barrio atraía como la miel a las moscas, no me había leído uno cuando ya estaba pensando en el siguiente. John Daly, Dashiell Hammet, Raymond Chandler, Burnett, fueron mis lecturas de referencia, iconos de un género que lejos de morir con el paso de los años, se hacía cada vez más fuerte y del cual surgían nuevos talentos que aseguraban el futuro de la novela negra.
Pero un buen día algo cambió, en una librería descubrí al que desde ese momento sería mi autor de cabecera, corazón, entrañas y piel: García Pavón. Las hermanas coloradas me cambiaron la vida y la concepción que tenía hasta entonces de novela negra: no hay mejor historia que la que te hace sentirte parte de ella, y la novela negra española era la leche. Lugares conocidos, personajes cercanos, (al estilo de la mítica serie televisiva, Usted puede ser un asesino) verosímiles, casos veraces, emoción de desconocer lo aparentemente conocido y sobre todo, el pellizco que produce pensar que a nuestro alrededor también pasan cosas escalofriantes.

Ya no me cabía la menor duda, la novela negra española ya no era el futuro del género, ya era el presente...


EL LIBRO.

Adel, inspector de la Ertzaintza que ha conocido momentos mejores tanto personales como profesionales, se encuentra de la noche a la mañana inmerso en un espeluznante caso del cual será juez y parte sin que él mismo sospeche que forma parte de una macabra partida de ajedrez en la cual parece ser un simple peón; los terribles asesinatos cometidos por un asesino en serie conocido como el asesino de las estrella de Salomón, mantendrá en jaque al inspector y su compañera llevándoles pista a pista, asesinato tras asesinato, a una espiral de crimen, torturas, venganzas, sospechas, dudas y justicia divina de la cual parece no escapar nadie, ni siquiera ellos mismos.

¿Puede un segundo en el pasado, marcar tu presente y condenar tu futuro? Una novela tan negra como la mente de un psicópata.

LA OPINIÓN DEL GATO.

Estamos en un momento grato para la novela negra, al menos en lo que a fecundidad y calidad se refiere, y aunque las ventas siguen siendo un tema delicado, no se puede negar que este género es que más lectores nuevos a conseguido y el más difícil todavía: generar adeptos fieles e exigentes en los lectores de siempre. Si tuviéramos que señalar en el mapa un lugar en el que autores y lectores del género confluyen, ese sería actualmente el País Vasco; hoy en día la mayor parte de los autores que  más y mejor novela negra escriben, están en Euskal Erría, pues no podemos negar ni obviar que tanto vascos, como navarros y algún que otro vasco-francés -que aún tímidamente se aventuran en la novela negra- copan el mercado literario cuando hablamos de este género. Guste a unos, moleste a otros (los menos) no podemos hablar de novela negra actual en nuestro país, sin añadirle el apellido vasco (con uno es suficiente, no necesitamos ocho para aunar calidad y cantidad y saber de quienes y de qué hablamos).
Andrés Galán es uno de esos autores de la nueva ola (para la gran parte de lectores, pues novela negra siempre ha habido en el País Vasco) que sin embargo cuenta con un largo recorrido tocando tantos palos literarios como
un buen cantaor haría con el flamenco, y con la suficiente versatilidad y maestría para dejarse la piel en cada uno de ellos y pasar de palo a palo sin perder ni un ápice de entrega en su obra; pero es en este caso cuando Galán se deja no solo la piel, sino sudor, sangre y lágrimas en su novela, aunque la sangre no sea suya, pues esta salpica al lector entregado a la lectura ávida de una novela que no nos da tregua desde principio a fin. Una trama adictiva, desarrollo de vértigo y final de infarto, temas de actualidad y peliagudos ¿Cuántos autores hoy en día no se atreven todavía a tratar "el tema ETA"? Y si hay algo que borda Galán en Un maldito caso para el Inspector Adel, es la psicología de sus personajes, ofreciéndonos un antihéroe y un villano, que crecen e intensifican sus papeles al ritmo que lo hace la narración, haciéndoles evolucionar y enfrentarse a sí mismos como si se movieran por una sala de espejos de una feria. 

Sólo me queda decir, más bien pedir al autor, que nada me gustaría más, y se que no voy a ser la única, que volver a leerle en negro sobre sepia, pero que sea muy negro, tanto como el fondo del cañón de un revólver.



UN MALDITO CASO PARA EL INSPECTOR ADEL
Andrés Galán


ISBN: 978-84-15495-94-9

Ediciones Beta III Milenio

Para adquirir la obra pinchad aquí y aquí


Fotografías: ©Yolanda T. Villar



Una Reseña de Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS



lunes, 25 de julio de 2016

REINA JUANA - Festival de Teatro Clásico de Olite



El acto de la confesión acostumbra a tener un punto de arrepentimiento. Y es que llega un momento en nuestra vida que sentimos la necesidad de transmitir a alguien todos esos pensamientos, algunos extraviados, otros machaconamente reincidentes llamando a las puertas de nuestro recuerdo, como método para redimirnos y liberarnos del peso que supone cargar con ellos sobre nuestra conciencia.
Para algunos sectarios, buscadores de tinieblas y sabuesos del vicio, serán pecados a catalogar en sus listados de putrefacción conforme a su moral (purulenta desde el inicio y por lo tanto herida de muerte desde su nacimiento). Para los demás, son sólo vivencias del ser humano de las que cada uno sale como buenamente pueden y que han de quedar como lo que son: sucesos a veces trágicos, a veces agradables, de los que siempre hay algo que extraer para aprender.
Cuando una confesión llega de un Rey, la procedencia más elevada de la jerarquía social, no queda sino esperar los más grandes acontecimientos, las anécdotas más envidiadas... pero también, los sucesos más oscuros y los pecados, que los cometen, más siniestros.



No pudo comenzar de un modo mejor la XVI edición del Festival de Teatro Clásico de Olite. La organización, con gran acierto, colocó en parrilla de salida a uno de los animales escénicos del panorama nacional más longevos y enérgicos: Concha Velasco. Con ella sobre las tablas del escenario de La Cava, el cartel de No hay entradas colgaba de las taquillas desde hace varios días, y su presencia, lejos de defraudar, engrandeció más si cabe su legendaria fama de actriz colosal. Y es que la Velasco, a la que le han regalado un caramelo en forma de monólogo escénico, devuelve a la vida con intensa sensibilidad a la Reina Juana de Castilla, la que pasó a la Historia (esa que escriben los vencedores de las guerras más despiadadas pero también de las intrigas cortesanas más descarnadas) con el sobrenombre de Juana La Loca.



Reina Juana es una obra muy bien compuesta por Ernesto Caballero, en la que la protagonista, unas horas antes de su fallecimiento en su encierro de Tordesillas, ofrece un monólogo a modo de última confesión frente a Francisco de Borja, jesuita enviado por Felipe II para detectar en su abuela alguna señal luterana o demoníaca que fuese la causa de la afamada locura de la Reina Juana. Así, aquella reina que jamás reinó y que siempre estuvo a disposición de los intereses de todos cuantos le rodeaban con aviesas intenciones, hace un repaso inconexo por los momentos más importantes de su vida: su niñez, siempre educada en la obediencia dada su condición de Infanta, y en la que ya su madre Isabel la Católica veía algo extraño porque no acostumbraba a acudir a misas ni mostraba afinidad por las Sagradas Escrituras; la soledad de un viaje en el que, siendo una adolescente, fue enviada por sus padres en busca de su destino en la tierra de Felipe, el Hermoso, archiduque de Austria, duque de Borgoña y Bravante y conde de Flandes; el amor carnal al que se entregó al conocer a su marido y la dicha que la llenó durante años al estar a su lado y darle seis hijos; los celos que, a veces, le nublaron la razón al saber de las correrías y juergas de su marido con otras mujeres del reino cuando frecuentaba las innumerables cacerías a las que era aficionado; el duelo por la muerte de la principal figura de su vida, su madre, y el dolor que la embargó hasta el fin de sus días; la negación a encabezar, como así le pedían cientos de nobles, la revolución de Los Comuneros frente a su hijo Carlos V, que quizá hubiese hecho de esa incipiente España un país descentralizado y a la vanguardia de Europa (aquel sueño que llegó demasiado pronto y que, como todo lo que nace antes de tiempo, poco tiempo duró vivo); la declaración de incapacidad de su padre Fernando y de su marido Felipe para apartarla de la corona que legítimamente y por designio testamental de su madre le pertenecía sobre las tierras de Castilla; el internamiento en Tordesillas para tratar su supuesta  enfermedad mental; el inesperado fallecimiento de Felipe y con él, de una parte de su propia vida... La otra, cautiva también por los designios de su nieto, hacía años que se hallaba moribunda sin nada que le sirviese como reclamo para regresar...
Sobre el escenario, Concha Velasco fluye como un torrente de agua: brava y poderosa como agua que escurre sin cauce establecido desde un monte cuando se refiere a los celos; sutil y cristalina al referirse a la pasión que la llenó de vida junto a su marido; descarnada y silenciosa, como un lamento de lluvia cuando muestra sus temores, sus miedos y se enfrenta a las pérdidas de los que ha amado.
A todo ello contribuye una puesta en escena muy acertada en la que, desde dentro de la celda que ocupa Juana I de Castilla, se abren ventanas y puertas que ofrecen la única luz que se cuela sobre el escenario, o la precisa videoescena que se proyecta sobre el fondo y que introduce al espectador en los recuerdos de la protagonista: ora un mar embravecido, ora una guerra sin cuartel, ora los hombres de su vida, ora la lluvia que de niña inundaba de miedos sus sueños.
La Reina Juana, una mujer que por fin puede hablar sin veladuras y que le demuestra al mundo que su locura no es más que el fiel reflejo en un juego de espejos de quienes le rodeaban y manipulaban para que, con las razones de Estado como excusa que todo lo abarca, hacer de una buena mujer un títere al que manejar o intercambiar con el único fin de ensanchar fronteras, establecer acuerdos, usurpar el poder o mantenerlo al precio que fuese. Juana, la primera reina de todos los reinos de lo que tiempo después se llamaría España, que amó a su marido tanto como luego la aborreció, que vivió la vida que los demás esperaban de ella y no la que ella quiso vivir, que conoció de primera mano el efecto que sobre los hombres tiene una Corona y que renunció a ella no por obligación, si no por no ser como ellos, como su sangre, por no ser una más en un nido de cuervos.
 


COMPAÑÍA
Grupo Marquina - Siempre Teatro

DIRECCIÓN
Gerardo Vera 

REPARTO
Concha Velasco

EQUIPO ARTÍSTICO
Autor:  Ernesto Caballero

Escenografía: Alejandro Andújar y Gerardo Vera 
Iluminación: Juanjo Llorens 
Vestuario: Alejandro Andújar 
Videoescena: Álvaro Luna 
Diseño de sonido: Raúl Bustillo 
Fotografía: Sergio Parr
Ayudante dirección: José Luis Collado 
Ayudante escenografía: Laura Ordás Amor 
Construcción escenografía: Mambo & Sfumato 
Realización vestuario: María Calderón y Ángel Domingo 
Regiduría: Fran Martí 
Sastrería: Rosa Castellano 
Electricidad: Mario Díaz 
Maquinaria: Marcos Carazo 
Sonido: Jonay Ferreiro 
Producción ejecutiva: Alberto Closas

 

 Facebook de la Compañía



Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

miércoles, 20 de julio de 2016

CAMINO DE VUELTA de Bárbara Fernández Esteban


Hay caminos posibles que discurren
 libres de oscuridad y de zozobra.
 No han dejado jamás de sucederse
 los dones de la vida, junto al gesto 
que nos devuelve al barro, a lo que somos: 
naturaleza ciega y esplendente. 
Porque resplandecemos 
sobre lo más abyecto y homicida. 
Hasta en la destrucción es deslumbrante
 esta estirpe dañina y creadora. 
Y hay algo que perdura
 por encima de siglos y catástrofes. 
Aunque cubran oscuras amenazas 
el horizonte, hay algo indestructible, 
no lo muerden el tiempo ni el desgaste
 que persiguen las huellas de los hombres.
 Mientras alguien aliente en este mundo 
y acumule palabras este aire,
nada puede usurparnos la belleza.

(Camino de vuelta. Antonio  Rodríguez Jiménez)


Sobrevivir a la adolescencia sin perdernos en el camino, o lo que es peor, perdernos y no encontrar el camino de vuelta. Mi madre y yo vivíamos en una continua guerra generacional durante mi adolescencia, día tras día en cuanto nuestros caminos se cruzaban acababan convertidos en un campo de batalla, nada de lo que yo hacía le parecía bien y nada de lo que ella me decía tenía algún sentido para mi. Era como hablar idiomas distintos y vivir en países lejanos el uno del otro. No había nada, ni cultural, ni moral que nos uniera. La convivencia era un tormento...¿Es que nunca había sido joven? ¿No tenía sangre en las venas? ¿En que mundo vivía, no se había enterado que ya estábamos en el siglo XX? Nadie me entendía y ella menos todavía. 
Llegó un momento en que creí haber llegado a ese punto en el que ya no hay retorno, nuestros caminos se había separado tanto que lo mejor sería que cada una siguiera el suyo antes que nos hiciéramos daño de verdad y ya no hubiera vuelta atrás; pasaron algunos años y la situación no mejoraba, al contrario, lejos de apaciguarse el fervor adolescente, la mayoría de edad me trajo el ansia y la ocasión de seguir mi senda al fin. Y me marché. Se acabaron las batallas, las discusiones, los reproches, pero también las meriendas del sábado, las comidas de chicas junto a mi tía y mis primas, las quejas mientras la ayudaba a hilvanar la ropa que cosía, las tardes haciendo "coca de llanda" en la cocina...y entonces ocurrió. Una señal de callejón sin salida me llevó de nuevo a casa, un camino que recorrí con prisa, con ansia, con dolor, con remordimientos, el tiempo se nos acababa y quedaban muchas cosas en el tintero, demasiadas.
Pasamos juntas aquellos últimos meses, día y noche, sin separarnos por miedo a que un simple parpadeo nos alejara definitivamente y ya nada tuviera remedio.
Aquel último tramo  me enseñó que a pesar de todo, estuvimos juntas al principio y al fin del camino, el trecho más difícil de todos: el comienzo y el final. No me arrepiento de haber vuelto entonces y sobre todo, de seguir aquí, donde todo empezó y todo terminó...y la vida sigue. 

...cierra ahora tus los ojos, no te preocupes, yo te despierto si te necesito...


EL LIBRO.

Una adolescente incomprendida, con más ganas de rebelarse que rebelde en si;
un padre ausente sentimentalmente, que suple sus carencias afectivas hacia su hija y su esposa, ofreciéndoles todo lo que el dinero puede comprar. Una madre que ve como  la vida que imaginó no se asemeja a la que está viviendo, y aún así, se conforma con la que tiene esperando que un día no muy lejano, todo sea como siempre soñó. Camino de vuelta es una novela de sacrificios, de superación, de lucha, de esperanza, de sueños y pesadillas, de búsqueda, que llevará a su protagonista, Patricia, por unos oscuros y peligrosos senderos que pueden acabar sumergiéndola en arenas movedizas, devorándola y haciéndola desaparecer para siempre. Una novela con tintes negros que deja filtrar un rayo de esperanza para conseguir abrirnos el cielo y despejarlo de oscuros nubarrones.
Camino de vuelta nos hará sentir perdidos para reencontrarnos de nuevo, un alto en el camino que nos llevará paso a paso, a casa otra vez. 


LA OPINIÓN DEL GATO.

Me ha sorprendido la novela de Bárbara Fernández, y lo ha hecho muy gratamente; admiradora de su pluma y su estilo, me declaro también incondicional de sus personajes femeninos, tanto que me creo capaz de encontrar en cada uno de ellos, su equivalente real entre mis amigas, familiares o simples conocidas. Y es que Bárbara pincela tan magistralmente a sus mujeres, que las dota de vida: sufren, aman, lloran, ríen, sienten, caen, se levantan, se pierden y se encuentran, y todo con un realismo que les proporciona veracidad; de imperfectas que son, las hace humanas. Pero mi sorpresa viene por partida doble en esta ocasión.
Yo que me considero "experta" en reconocer el arte de mis amigas escritoras
entre un millón, que no habría pajar lo suficientemente grande para que yo no encontrara la aguja, que sería capaz de reconocer sus obras en la primera página de un libro sin firmar, me pongo a leer Camino de vuelta y me cuesta encontrar a mi amiga entre sus líneas, no reconozco o mejor dicho, no veo claro su peculiar y acostumbrado estilo en esta ocasión ¡Me encanta! Y es que me encuentro con una Bárbara más madura -literariamente hablando- más profunda, más arriesgada ¡Y me vuelve a encantar esta sensación, me cosquillea el estómago ante este descubrimiento! una novela que nos anuncia un camino de vuelta y sin embargo, la autora se nos muestra más dispuesta y valiente a seguir caminando hacia adelante sin miedo a nada, sin divagaciones ni medias tintas que nunca. Bárbara se ha quitado lastre de encima y se muestra como la gran escritora que es, aquella a la que su caminar durante todos estos años ha convertido: madura, sabia, firme, segura y arriesgada, sin vacilaciones. Sus personajes femeninos en Camino de Vuelta han avanzado tanto como ella, son más profundos, más vividos, más sentidos, más osados, más convincentes, y lo mejor, es que los masculinos han evolucionado al ritmo de sus compañeras literarias, convirtiendo la novela en un pedazo de la vida misma, reconocible y creíble para todo tipo de lectores. 
Antes he dicho que me he sorprendido por partida doble y es que si los personajes son mucho más reales, la historia no se queda atrás. Una trama vertiginosa, trepidante, audaz, dinámica e hipnótica, porque no solo engancha, es que crea auténtica adicción. Si comienzas a leer, necesitas saber más y más y más. 
¿Qué no haría una madre para salvar a su hija si la viera en peligro? según Bárbara Fernández, hasta bajar a los infiernos. Una historia actual, real, tan peligrosa como desconocida para la mayoría de nosotros -las sectas- y una familia rota con pocas posibilidades de ser reconstruida, una mujer dispuesta a todo para conseguirlo y una narrativa ligera, precisa y enérgica que la hacen todavía más atractiva. 
Me he dejado para el final algo que me ha encantado y que considero que es la
amalgama que une las diferentes piezas que componen la novela: la música. La autora realiza un auténtico despliegue musical a lo largo de toda la historia para matizar los estados por lo que pasa la protagonista y para situar al lector en la trama, como si formáramos parte activa de la misma, y que reconozco que al tener algunos de ellos en mi discografía no he podido resistirme a escucharlos al igual que en la novela. Un placer para todos los sentidos. 

Camino de vuelta de Bárbara Fernández Esteban, una guía que nos mostrará el regreso a casa, usando por única brújula, el corazón.



CAMINO DE VUELTA
Bárbara Fernández Esteban


ISBN: 978-84-943788-6-7

 Blog de la Autora

 Web de la Autora


Para adquirir la novela, pinchad Aquí


Imágenes: ©Yolanda T. Villar


Una Reseña de Yolanda T. Villar

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miércoles, 13 de julio de 2016

EL CLUB DE ANASTASIA de Amparo Peris



Soy Lilith, el relámpago que surge de la tierra
el cuerpo innombrable del señuelo.
Retiren la melena del león y lleven mis nubes.
Y que su único verano sea
un beso que se entretenga en una nuca,
y un abrazo que doblegue el umbral.
Soy Lilith, última danza de Salomé
e inconsciencia de la luz.
Escalo su noche, piedra tras piedra
cada vez que un sol sangrante
se apresta a partir.
Escalo para ponerle la mesa al sueño,
para penetrar en lo que lo distrae.
Y alistarme un lecho en donde duermen.
Soy Lilith, la pirata de las dulces maldiciones.
la violadora, la saqueadora
¡La hechizante Lilith!

(El retorno de Lilith, Joumana Haddad)




Siempre me han gustado los libros escritos por, sobre y para mujeres. Hay algo de conexión metafísica entre todas nosotras más allá de la edad, la procedencia o la cultura; si alguien entiende a las mujeres, es otra mujer. Y me da igual lo que digan algunos hombres, porque no es cierto, no podéis conocernos mejor que nosotras mismas, aunque os jactéis de ello, pues sabéis de la mujer lo que esta ha querido mostraros, enseñaros, compartir, disfrazar...pero para una mujer, no hay secretos en otra mujer, todos y cada uno de ellos terminan
formando parte de nosotras mismas, tarde o temprano, y es lo que hace que entre nosotras exista esa conexión más allá de pertenecer al mismo sexo. Conectamos porque sabemos donde reside nuestra fuerza y dónde nuestras debilidades; hay quien dice -sobre todo hombres y algunas féminas- que no hay mayor rivalidad y celo que entre nosotras, que somos lobas las unas con las otras ¿Y de verdad pensáis que eso nos hace débiles, que nos muestra tal cual somos, que somos un género envidioso y celoso de por sí? si una mujer boicotea a otra tan solo está viendo en su oponente a ella misma, y son esos defectos y esas virtudes lo que la hacen convertirse en una fiera al descubrirse como desnuda ante un espejo. No, nos envidiamos, nos enfurece ver nuestra propia imperfección delante de nuestros ojos. 
Ese nexo invisible entre nosotras, es nuestro engarce y nuestra escisión. 


EL LIBRO.

En una cosmopolita y enigmática ciudad costera, tres amigas se enfrentan a la madurez de sus vidas intentando vivir el presente y mirar al futuro sin poder dejar de volver la vista atrás al pasado, un pasado que duele, que pesa, que lacera, que no se puede olvidar porque no han hecho las paces con sus fantasmas y sus culpas: Lidia, enfermera en un balneario vive por y para su trabajo desde que su gran amor marchó un día y la dejó esperando cual
Penélope en la arena; Sofía tiene un don para la cocina, quiere convertirse en la mejor chef del mundo y Araceli sueña con retomar su vida de modelo, colmada de lujo y viajes.
Las tres tienen en común una amistad inquebrantable, en un pasado reciente puesta a prueba y salida victoriosa, hombres, amores, sueños, pesadillas, y a Petra, y con ella, al Club de Anastasia.
Diálogos ocurrentes, incisivos, relaciones observadas con lupa y desmenuzadas hasta la mínima expresión convierten a las protagonistas en personajes con una gran fuerza y magnetismo para el lector, siendo fácilmente identificables con personas reales a las que todos conocemos o a las que algunas nos parecemos.
Amparo Peris ha escrito una novela que va más allá del amor y la amistad, atraviesa el corazón y azuza nuestra mente, haciendo temblar los pilares de nuestra zona de confort en la vida. 


LA OPINIÓN DEL GATO.

Cuando vi por primera vez la portada de El Club de Anastasia, como si de una potente luz se tratara y yo fuera una mariposa nocturna, me sentí apasionadamente atraída hacia ella; y si, digo apasionadamente porque despertó un sinfín de emociones en mi, entre ellas el deseo. Deseo de saber más de esa enigmática mujer de la portada, labios rojos, cabello fuego, flores blancas y frutos rojos. Rojo, rojo, rojo y la necesidad de tener el libro entre mis manos se desató como una chispa en un misto; leí la sinopsis y entonces si que ya no tenía escapatoria, lo supe y no iba a hacer nada por evitarlo, es más, me dejaría vencer sin oponer resistencia alguna ¡Ay esta dichosa obsesión por las portadas! no tuve la menor duda que una novela así debía estar escrita por una mujer. Y entonces vi el nombre de su autora. Que me perdone porque hasta ese momento me había dejado seducir por su novela sin abrirla siquiera y sin pensar en la autoría de la misma. 
Amparo Peris. Solo pude que sonreír y mover la cabeza afirmativamente diciéndome en silencio ¿Y quién si no? y es que para todos aquellos que ya la conozcáis sabréis que una novela de Amparo es mucho más que un libro que nos cuenta historias, sus novelas se adentran en la  siqué y el alma de sus personajes para llegar a las nuestras y arrasarlo todo a su paso. Pocas autoras
pueden decir que son profetas en su tierra, pero en este caso es tan cierto que, como se que es demasiado modesta para decirlo, lo hago yo por ella: Amparo es admirada y respetada en casa, y como valenciana que soy, lo digo con mucho orgullo y seguridad en mis palabras. 
Esta es su cuarta novela, aunque no ha sido el único género con el que Amparo Peris ha trabajado, pero puede que si sea con el que más se identifique pues su facilidad para llegar al público es fascinante, su conocimiento y trato de los personajes hacen que sus novelas se conviertan en retazos de auténticas vidas de las cuales hemos vivido en nuestra propia piel o hemos formado parte; tengo como referente de la novela negra valenciana su primera obra "Café Piano"  un thriller sobre la noche valenciana, de un realismo apabullante. 
Pero creo que ha sido con esta su última novela, donde Amparo ha echado el resto y ha creado una novela completa, en la que el amor, la amistad, las relaciones familiares, la actualidad, la sociedad, la cultura, las necesidades de un mundo que evoluciona dando pasos hacia atrás, intriga, misterio, incluso humor, se amalgaman en un combinado perfecto cuyo resultado es una novela que te emociona hasta la lágrima sin proponérselo. Si bien me costó un par de capítulos terminar de engancharme, una vez me atrapó como una tela de araña, no pude escapar, pues capítulo a capítulo se nos van mostrando las emociones, las vidas, los sueños, las dudas, las preguntas sin respuesta y las respuestas que van llegando como cuentagotas de sus personajes, creando un circuito que une las vidas de sus tres protagonistas hasta un final trepidante, sorprendente y tan emocionante como emotivo. 
De nada sirve una buena novela cuya historia es adictiva, si el final se queda cojo y El Club de Anastasia tiene ese final que a todo lector hace estremecer y convierte una buena historia novelada, en una gran novela.

Amparo Peris lo ha vuelto a hacer. Nos ha sacudido de pies a cabeza.



EL CLUB DE ANASTASIA
Amparo Peris

Editorial Círculo Rojo

ISBN: 978-84-9126-290-9

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Imágenes:©Yolanda T. Villar

Una reseña de Yolanda T. Villar

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