lunes, 3 de octubre de 2016

LOS ORGASMOS de Bettina Rheims






Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso.
-
Pienso en tu sexo, surco más prolífico
y armonioso que el vientre de la sombra,
aunque la muerte concibe y pare
de Dios mismo.
Oh Conciencia,
pienso, si, en el bruto libre
que goza donde quiere, donde puede.
-
Oh escándalo de miel de los crepúsculos.
Oh estruendo mudo.

(César Vallejo)



Cuando el sexo era un tabú, un pecado sin penitencia para una niña buena y seguidora de la palabra de Dios, muchacha cuya virtud debía ser su carta de presentación, tiempos de imaginar y suponer lo que debía ser y no sería, eran los mejores tiempos para dejarse llevar por los instintos aún primarios y primigenios, limpios, sin contaminar por la experiencia propia y ajena. La primera vez que escuché la palabra orgasmo consciente de su significado aunque no de la extensión del mismo, fue con unos quince años, viendo una exposición fotográfica promovida por mi profesora de Arte; una serie de fotografías de desnudos en blanco y negro que mostraban  momentos determinados de varias parejas haciendo el amor, nos tenían a todos ensimismados, no puedo hablar por los demás, pero en mi caso aquello supuso un antes y un después en mi percepción del amor y la belleza. Cuerpos desnudos, brillantes por el sudor, enlazados y engarzados el uno al otro como dos bailarines sincronizados sobre un escenario carente de luces y público,  como esa gran actuación antes del estreno de una obra de teatro y cuya grandeza no se podrá volver a repetir al subir el telón porque los miles de pares de ojos que los observarán, frenan la intensidad que solo la intimidad y el saber que no habrá tomas falsas producen. 
¡Esto es orgásmico! -decía mi profesora a otra colega de otro centro también allí presente- ¡Orgásmico! -contestó la otra docente. 
Mi inexperiencia tanto en el Arte con mayúsculas como en el arte de amar, no me dejaban encontrar una palabra que expresara lo que esas fotografías me hacían sentir, esas y otras anteriores que no mostraban desnudo alguno, cuadros, esculturas, arquitectura, todo me causaba unas sensaciones que me eran muy difíciles de explicar ¡Eso es sensibilidad por el Arte! decía mi maestra, nada más y todo eso al mismo tiempo niña.
Orgasmo. Sabía que la palabra era orgasmo. Ninguna otra se le acercaba al sentimiento que despertaban en mi.

Años después conocí el trabajo de una fotógrafa muy peculiar, una mujer que ejercía una fascinación brutal en mi, su trabajo era como la torta que te devuelve a la realidad tras un ataque de histeria o un shock; mujeres descaradas, sin pudor, naturales, libres, salvajes, felices...todas me miraban fijamente a los ojos y me decían sin palabras ¡Vamos, atrévete, déjate llevar, sal de tu caparazón, ven con nosotras al otro lado! quedé fascinada por aquel trabajo.
Bettina Rheims, la fotógrafa de la piel, acababa de seducirme y ni una ni otra estábamos dispuestas a soltar la cinta de raso que imaginariamente nos unía. Actriz, fotógrafa, escritora, nada era demasiado para ella, todo lo que tocaba, lo convertía en Arte. Normal, lo llevaba en la sangre. Conocer el trabajo de Rheims es conocerte a tí misma mientras te observas con los ojos de otra persona, cuando en realidad ves a otras personas bajo tu mirada; Artista como ninguna, si.

Reconozco que tras unos años algo alejada de su obra, descubrí no hace mucho una de sus series fotográficas de esas que solo ella sabe presentar frente al espectador, convirtiendo lo más íntimo de una mujer en una delicada obra artística. Maravillosa Bettina. Rheims fotografió a unas cuentas mujeres en el momento exacto o justo después de tener un orgasmo, de forma natural, sencilla, sin extravagancias, ni puestas en escena, ni escándalos infructuosos: la mujer y su orgasmo, sin más y con todo ello.
No busquéis morbo, ni vulgaridad, ni una escena pactada, pues solo vais a encontrar sencillez e intimidad, emociones únicas en momentos especiales. 
Orgasmos que nos reconcilian con los sentimientos inexpresados y las palabras que se quedan cortas ante la emoción que despiertan los actos. 






"No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:



desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido."

(Leopoldo María Panero)



"Rodando a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones,
cae el agua...



como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría, pegando en las costuras delalma,
rompiendo cosas abandonadas, empapando lo oscuro..."

(Neruda)



"Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una.


... Púlele los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.

(Luis A. De Cuenca)



"Y tú me dices
que tienes los pechos vencidos de esperarme,
que te duelen los ojos de tenerlos vacíos de mi cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de tus manos
de palpar esta ausencia por el aire,
que olvidas el tamaño caliente de mi boca.

(Caballero Bonard)


"Y esa tan transparente neblina que su lengua
extendió sobre mí... labor concupiscente,
minuciosa e inútil, pues el bello prosélito
¿me atreveré a decirlo? es que es tan impotente
como adorable es.



 ...Por ello, aún intacto
conservo el corazón de mi valiosa orquídea
(falsas futuras nupcias blancas) y, así, entre tanto,
mi precioso tormento, recibo tus bombones
y mis ingles remojo detrás de cada cita
con abluciones vanas...

(Anna Rossetti)




Un artículo de ©Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS









1 comentario: