miércoles, 8 de junio de 2016

GLOMORIOS: El secreto de la magia pompínica, de Fernando Figueroa Saavedra



Llora la niña de redondos mofletes y cara regordeta
llora desconsolada porque mueren las burbujas
al desaparecer la blanca espuma,
ella quisiera ser una para hincharse de aire y volar rauda
¿Dónde están a estas horas las glotonas burbujas,
dónde duermen esas rechonchas brujas?
se han convertido en rocío al llegar el alba
para bañar las rosas que duermen en el alfeizar de tu ventana.
No llores niña bonita y regordeta,
no llores por las burbujas que vuelan libres
cual veletas,
 no, no, no estés triste pequeña  Simoneta
pues al caer la noche se convertirán tus pies
en redondas esferas de espuma, viento y aroma de violetas.

(Mi niña Simoneta. Cuentos Redondos)





Cuando era pequeña era muy propensa a que me salieran orzuelos en los párpados, en párvulos la maestra le dijo a mi madre que debía llevarme no solo al oculista, sino también a un médico experto en infecciones pues sin duda debía tener las defensas bajas y todo "bicho viviente" me atacaba. Doña Felisa no tenía ni idea, a excepción de lo de bicho viviente, en lo demás, andaba muy perdida; y es que yo sabía la verdad de lo que ocurría y sobre todo, sabía como remediarlo.
Mi abuela y mi madre me contaron que aquellos molestos granos rojizos que picaban tanto salían debido al picotazo de las "abejitas bola", eran como las abejas normales y corrientes, pero algo más pequeñas, redondas y casi transparentes para el ojo humano; las muy traviesas tenían la costumbre de elegir unos ojos bonitos, sobre todo les gustaban los verdes y azules, se quedaban enamoradas de ellos y era tal la emoción que no podían evitar querer besarlos y abrazarlos, y tras el ímpetu acababan dejando su aguijón transparente clavado en los párpados. Lo bueno era que te permitían pedir un deseo, pero tenías que hacerlo antes de que desapareciera la hinchazón, luego debías poner un montoncito de piedras a las puertas de alguna casa, tienda, corral (nunca a las puertas de la iglesia) y esperar a que algún despistado tirara con el pie el montón de piedras, momento en el cual la hinchazón comenzaba a bajar y el deseo podría cumplirse cuando menos lo esperaras. Luego solo tenías que esperar la confirmación de que tu deseo iba a cumplirse en breve, cuando un abejorro volara durante un buen rato por tu ventana ¡Qué buenas eran las abejitas bolita, a pesar de lo que dolían sus picotazos!.
Con el tiempo dejé de sufrir aquel molesto regalo de esas traviesas abejas, tal vez porque crecí y dejaron de visitarme, o a lo mejor porque mis ojos ya no les gustaban tanto, o como decía mi otra abuela: ¡porque ya comes como dios manda y al fin tienes carne en lugar de huesos!.


             ...Bolita bolita, concédeme mi deseo y que desaparezca el bultito para que vuelva a ser bonita...


EL LIBRO.

A Caballo entre el cuento, el relato fantástico, la novela y el ensayo, nos presenta el escritor Fernando Figueroa este peculiar libro, Glomorios: el secreto de la magia pompínica, siguiendo la estela de sus dos obras anteriores sobre las mujeres-globo. En él nos encontramos como protagonista -sin pretenderlo- de tan singular obra, a François Lumière de la Rochelle que junto a   una extensa recopilación del tema a manos de tan extravagante aristócrata venido a menos -así como ocultista apasionado e icono de la contracultura francesa, alquimista, aerosófico y ciudadano del mundo- una apasionante e incongruente biografía del mismo, hacen de Glomorios un referente de la magia pompínica; Lumière de la Rochelle nos lleva desde su peculiar punto de vista, alegórico, antropológico e histórico, a un insólito viaje a través de la magia y el ocultismo más hermético y hasta estrafalario que vivió Occidente en un pasado no tan lejano.

Como dejó por escrito La Rochelle: Si las velas de tu vida no impulsan tu rumbo, silba y allí estará tu alma cogiendo carrerilla, para sobrevolar ese océano de olas en el que fracasaron los que no supieron respirar la eternidad.




LA OPINIÓN DEL GATO.

No es este un libro apto para mentecatos, obtusos, descreídos y egoístas, pues de pertenecer a uno de estos grupos será difícil que logre empaparse del espíritu global y aerotécnico de Glomorios, pues necesitamos una mente predispuesta al pensamiento aeróbico, neumático y etéreo; con esto me refiero al aire que nos rodea y al que nos conforma más espíritu que cuerpo, pues pesa demasiado este último para dejarse llevar por una ráfaga de viento, no así la mente que vuela libre y ligera cual pluma. Podría parecerle al lector al comenzar a leer que su autor no es más que un vendedor de humo, que tampoco pesa y se eleva como hoja al viento, pero no confundamos churras con merinas que no es éter todo lo que vuela.
No, todo lo contrario. Ya seamos entusiastas lectores de estas maravillosas criaturas llamadas entre otras cosas Pompinées, o uno se enfrente por primera vez a la peculiar, volátil y aerosófica lectura de las mismas, pronto queda tan enganchado a ella que es fácil dejar de cuestionarse si es verdad o mentira lo que estamos leyendo, tan solo nos dejamos llevar y volamos junto a estos redondos entes de mano de una apasionante historia y una trepidante narración; tal vez no sea real todo lo que reluce, pero tampoco lo son los sueños y nos reconfortan la maltrecha alma, así que realidad o ficción, su lectura nos  hace muy felices.


Soy una gran apasionada de los cuentos en general y los victorianos en particular, así que tener entre mis manos un nuevo libro de Figueroa sobre estas locuelas y gorditas mariposas, es un placer inmenso, tanto que hasta empiezo a verlas por todas partes y nada más deseo que disfrutar de ellas y sus "aventuras y desventuras". Un lujo de lectura. 
Y como buena cuentista me ha hecho muy feliz encontrarme en el libro de Figueroa, la mención a Vladimir Propp, cuyos 31 puntos recurrentes en todo cuento de hadas (las funciones de Propp) han sido una de mis obsesiones, tanto para encontrarlos en cada cuento que leo, como para huir de ellos en cada uno que escribo ¡Me encanta!.
Esa pasión por los cuentos me hace disfrutar doblemente de estos libros, y Glomorios: el secreto de la magia pompínica, no ha hecho más que aumentar ese disfrute y delirio, rozando el frenesí; una de mis historias favoritas de este libro ha sido sin duda la de la picaresca Condesa de la Motte y el mago Adeffelisessio, que no puedo desvelar aquí y ahora por no pecar y ser condenada por spoiler, pero que si puedo deciros que no solo hará vuestras delicias la propia historia en si, es la forma en la que nos es contada, de manera ágil, ocurrente, elocuente y persuasiva la que logra que tanto autor como relato se lleven el gato al agua. Sin olvidar las ocurrencias de Casanova, la fe de Maria Antonieta en los "globitos", la astucia del gitano Antón -maravilloso relato impregnado del espíritu de los Cuentos de la Alhambra- la enemistad entre Giordano y Mocenigo, y la propia vida de La Rochelle, es este un libro que de principio a fin nos cautiva, embelesa y nos remueve una conciencia adormecida y embrutecida por esta Era tecnológica nuestra, al fin y al cabo, como dice el autor, estamos en la Era de Acuario.

Una vez más, Fernando Figueroa Saavedra, nos lleva volando en un viaje de altura, porque es de esta manera y no de otra, en la que la realidad se transforma en sueños. Y yo me voy volando, porque no solo el amor está en el aire, hay unas criaturas que hacen que el amor sea aire puro. 


GLOMORIOS: 
El secreto de la magia pompínica

François Lumière de la Rochelle
(Fernando Figueroa Saavedra)

ISBN: 978-84-608-6167-6

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Imágenes: ©Yolanda T. Villar



Una Reseña de Yolanda T. Villar

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5 comentarios:

  1. ¿Cómo no seguir leyendo las fabulosas historias de tan redondas damas, tras tan maravillosa reseña? Autor y bloguera están muy bien compenetrados, binomio perfecto.
    Un abrazo a ambos.
    Buen trabajo

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    Respuestas
    1. A mi me han cautivado por completo!! y es que hacía mucho tiempo que no leía algo tan distinto, tan especial, peculiar.
      Ha sido mi gran descubrimiento de obra y autor.

      Un abrazo. Gracias por tus palabras.

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