miércoles, 30 de septiembre de 2015

¿QUIÉN CON FUEGO?, de Carlos Ollo

¿QUIÉN CON FUEGO? de Carlos Ollo



La muerte es el último trago al que nos invita la vida y que jamás podremos rechazar. Paga ella.
De su sabor podrían escribirse libros enteros, pero nadie que la ha probado ha vuelto para contarlo. Todo lo que conocemos son suposiciones, ruinas construidas en el aire con el duelo como mortero. De todo aquello, hace miles de años surgieron los credos, las religiones y otras formas de consuelo… Pero esa es otra historia que algún día abordaremos.
Lo que sí conocemos, por padecimiento, son las consecuencias que una muerte causa entre quienes quedan y cómo afecta a éstos dicha pérdida. El modo en que las asumimos depende de cada uno: algunos la digieren en unos meses y otros la rumian toda la vida.
Los judíos creen que una vez al año, el Gran Libro de la Vida, en el que se recogen todos los nacimientos y defunciones que se producen en el mundo, se abre para inscribir los sucesos del año y dejar constancia del modo en el que van a nacer y a morir en cada caso. Una plegaria dice así:
En Rosh Hashaná se inscribe nuestro destino
en Iom Kipur, queda refrendado
Cuántos habrán de morir y cuantos, de nacer
quién llegará al final de los días y quién no
quién perecerá por el fuego y quién por el agua
(...)
Hay quien piensa que una muerte puede ser dulce, si da fin a una cruda enfermedad; o quien valora que es amarga cuando se produce sin avisar, en la flor de la vida, por un accidente fortuito. Muchos hablan de un destino que rige el momento y el modo en el que cada una de ellas tendrá lugar. ¿Qué hay de las muertes sobrevenidas, aquellas que no estaban programadas, que son aceleradas por la mano del hombre? ¿A qué sabe la muerte por asesinato?

Hay un día en el que la vida parece ponerte a prueba y decide someterte a un intenso exámen para ver si hasta donde has llegado has aprovechado de maner adecuada el tiempo que te ha llevado hasta ese momento. Es una prueba para conocer cómo aceptas las ausencias...

Hubo un tiempo, oscuro y funesto, en el que las ausencias fueron provocadas. Una guerra siempre provoca infinidad de dolor y sufrimiento, pero quizá no se viva del mismo modo cuando se enfrentan ejércitos extranjeros (que sólo padecen por las bajas de los suyos), que en una guerra civil, (que padeces por los muertos que lucen tu misma guerrera, y la de los que, por circunstancia coyunturales, son amigos, hermanos, tíos o primos tuyos pero han acabado luchando frente a tí).

Sea como fuere, existe otro tipo de dolor, silenciado y callado, que no se produce en el campo de batalla. Un sufrimiento a ras de suelo, alejado escuadrones, batallones, tanques y trincheras. Hablamos de los pueblos, en concreto de los pueblos enclavados en la montaña navarra, pero podrían ser cualquiera de la geografía española. Desde ellos, a escondidas, bajo el amparo de la oscuridad y casi sin tiempo para despedidas, decenas de hombres se echaron al monte para esquivar la visita de la parca sublevada. Y en aquellas montañas, como animales salvajes, sobrevivieron como pudieron a los embates de los vientos, del frío, las nieves y las batidas de rojos orquestadas desde el púlpito de la iglesia. Hasta allí nos lleva Carlos Ollo, escritor navarro, en su última novela ¿Quién con fuego?, editada por Erein, una editorial rigurosa y con una clara vocación de mecenas de nuevos escritores que merecen la pena descubrir, y de otros ya consagrados que ejercen como referencia para los que quieren abrirse paso.

A apenas unos kilómetros de Pamplona, se encuentra el cadáver de un anciano muerto en extrañas circunstancias en su casa de uno de los pequeños pueblos que surgen entre la niebla en las montañas que circundan la cuenca de la capital navarra. Todo apunta a que fue un asesinato, pero inicialmente no existen pruebas que guíen la investigación. Desde este punto de partida, Carlos Ollo nos presenta a dos de los personajes principales de la novela: El inspector Faus Villatuerta y su hija Nerea, agente de policía. Junto a ellos colabora estrechamente Javier Erro, subinspector y expareja de la hija del inspector. Así, y a medida que nos introducimos en la novela, conocemos a unos personajes con sus propios problemas profesionales, sus tensiones personales, y cómo van afrontando su día a día.

Por otra parte, existe una segunda línea argumental que avanza al hilo de la primera y que retrotrae al lector a los tiempos de la Guerra Civil española, pero en la misma ubicación. Allí conocemos a varios maquis, hombres y algún niño que, como Eugenio Zubieta, se ven obligados a vivir en las crestas de los montes y al abrigo del bosque. El pequeño Eugenio aprende la dureza de la vida adulta a una edad que no le toca, privado del cariño de una madre, pero también tiene la fortuna (si de fortuna puede hablarse cuando eres perseguido como a una alimaña) de conocer a varias personas que le mostrarán algo de luz entre tanta oscuridad. Tras una concatenación de sucesos, el joven acaba con sus huesos al otro lado del Atlántico y allí tratará de recomenzar a vivir, haciendo uso de las labores de pastoreo que aprendió en las montañas, una vida a la que le robaron la ingenuidad de su juventud.

El autor pretende mostrar a unos personajes castigados, nos muestra sus miedos, sus desvelos, el motivo del comportamiento actual de cada uno de ellos, en un ejercicio de dejar constancia que somos como somos porque vivimos lo que vivimos. Quién sabe qué persona seríamos si las circunstancias, de un modo casual, nos hubiesen colocado al otro lado de un vehículo policial, o de un pensamiento ideológico…

Para capturar la atención del lector que no sea específicamente asiduo a la novela negra (que la disfrutará al tratarse de un trabajo bastante fiel a la liturgia del género), Carlos Ollo introduce dos elementos muy potentes en la novela: la inclusión de la vida cotidiana de los maquis en la Guerra Civil y la manera en la que hubieron de desenvolverse centenares de exhiliados en el continente americano. Es un gran acierto argumental y bien merecería hacer una inclusión, de manera más extensa y profunda, en una nueva novela.

El estilo es pausado, sin artificios ni intención de incluir en su trabajo nada más allá de lo necesario para narrar lo que quiere transmitir; es el mismo método que emplea el antagonista con sus víctimas…

Con un final muy cinematrográfico en el que convergen varias acciones dispersas en una sola, y unos cabos sueltos que se resuelven quizá de manera demasiado acelerada en el capítulo que ejerce de epílogo, ¿Quién con fuego? es el debut en el género de Carlos Ollo, que con esta novela pide paso en el panorama literario negro, hoy sobredimensionado, y en el que, tras la criba natural y necesaria que ejerce el tiempo y el lector con criterio, el autor navarro no debería tener grandes problemas para seguir caminando por una senda como las de las montañas navarras que protagonizan su novela, colmadas de ascensos y requiebros, pero que bien merece la pena recorrer.




¿QUIÉN CON FUEGO?
de Carlos Ollo


ISBN 978-84-9746-983-8

Puedes adquirirlo en papel, aquí

Facebook del Autor: Carlos Ollo


Una reseña de Santiago Navascués 
©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

miércoles, 23 de septiembre de 2015

VOLVER A LAS RAÍCES de María del Carmen Vega Mestre




"...Hoy les digo: ¡Lluevan flores y que la Tierra con sus pétalos se llene,en vez de bombas que la quiebra
matando sin piedad al inocente!
¡Que el espino de la ira al fin se quiebre,que la plaga de injusticias al fin termine,corran ríos de aguas cristalinas,en vez de ríos de sangres y de muertes!
¡Abra el cielo las compuertas,crezcan flores por doquiera que camines,bellos lirios,rosas y jazmines
no una mina vieja que explote cuando pises!

¡Sea al fin el ser humano,blanco como la nieve,
que su dignidad se eleve tan alto como el Sol,
que brille con esplendor su decoro de persona,
que la paz y la amistad,sean una misma cosa!..."


(Por un mundo mejor. David Fernández, el poeta de fuego)





¿Quién no ha querido en algún momento de la vida tener el poder de cambiar el mundo? Yo misma, cuando era niña, imaginaba que con tan solo pensar en que algo sucediera o dejara de ocurrir, era suficiente para que las cosas cambiaran; pasé meses concentrada en la idea de que si pensaba en una gran luz azul, con forma de globo, brillante y que giraba sobre si misma, era capaz de curar cualquier dolor que uno tuviera, o incluso, podría devolver la vista a quien no la tuviera ¡Tal era el poder de mi bola azul!. Sufro de ataques de migraña desde los ocho años, y en una ocasión fue tan brutal el dolor y tan duraderos los síntomas que lo acompañaban, que tumbada en mi cama, a oscuras y con mi madre yendo y viniendo con paños fríos para ponerme en la cabeza, pensé en esa bola azul girando dentro de mi cerebro, giraba y giraba y con cada uno de sus giros y mi respiración profunda y pausada, lograba llevarse el dolor con ella.
Y milagrosamente, eso creí yo, el dolor desapareció y me levanté de la cama con una vitalidad que hasta a mi madre y abuelos dejó perplejos.
Mi abuela dijo que habían sido las oraciones a santa María de no se qué, mi abuelo que la oscuridad y el silencio obraban milagros y mi madre que por fin habían hecho efecto los "triptanes", y menos mal, pues eran carísimos...

Con el paso de los años he llegado a la conclusión, que querer es poder y que al igual que con mi dolor de cabeza, la unión hace la fuerza; se necesita un compendio de muchas cosas para que granito a granito, las dificultades vayan desapareciendo. Pero se necesita querer hacerlo, sin la resolución de dar ese primer paso, no llegamos a nada.


Aunque sigo pensando a día de hoy, que mis bolas azules aplacan los dolores...


EL LIBRO.

El mundo está loco, completamente loco. El ser humano hace mucho tiempo que dejó de serlo, nadie se preocupa por nadie y el egoísmo y la ambición han hecho mella en todos nosotros tras miles de años de luchas, de falsedades, de pisotearnos unos a otros. Tan loco está el mundo, que de repente, en plena crisis económica, social, de valores, de moral, alguien decide dar esos primeros pasos que pueden cambiarlo todo; Pedro, una persona normal y corriente, con una vida apacible y aunque entregado con convicción a ayudar a todos aquellos que tiene a su alrededor, se encuentra un buen día con la posibilidad de cambiar el status quo mundial. Ha sido agasajado con el mayor de los dones que un ser humano pueda tener: el poder de cambiar el mundo. 
Para ello no estará solo, un grupo de confianza estará junto a él en tan ardua, dura e importante tarea.
¿Todo esto será suficiente para lograr sus fines? ¿Sabrá utilizar convenientemente ese regalo que le ha sido ofrecido? ¿Estará el mundo preparado para cambiar?

En las pequeñas cosas y en cada uno de nosotros, está el verdadero poder. 


LA OPINIÓN DEL GATO.

Cuando vi la portada por primera vez de "Volver a las Raíces" de Mª del Carmen Vega, me sentí tremendamente en paz, serena, sosegada, como si el mundo a mi alrededor se hubiera detenido y me hubiera quedado dentro del recuerdo de un ayer mejor; era una imagen que yo misma guardaba con celo y cariño dentro de mi mente y mi corazón: una bici, una cesta de flores, un pueblo y el azul del mar y el cielo fundiéndose y confundiéndose ¡Oh, si, esa imagen había sido una vez real! Año tras año, es lo que hago, volver a mis raíces cuando el mundo exterior me puede, cuando me siento derrotada por la magnificencia de la vida misma.
No leerlo era imposible, estaba atrapada en ese azul intenso de la portada, en las palabras enigmáticas de la sinopsis ¿Estaba ante una ilusión, una historia tan lejana como esos recuerdos que evocó esa imagen? ¿De verdad existe ese azul, en serio que podemos volver al punto de salida?
Los primeros capítulos me envolvieron de magia, de ilusión, de esperanza, de confianza en el futuro, ¿de verdad que podemos tener el poder necesario para cambiar las cosas? página a página iba descubriendo que la complejidad del mundo en el que vivimos puede simplificarse con un solo gesto, con pequeñas cosas que como en una cadena de favores, cada cual va aportando para conseguir llegar al fin que se persigue; sin embargo, estamos tan involucrados y tan abducidos por miles de años de pensamiento erróneo y acciones equivocadas, que la sola idea de cambiar las cosas, nos aterra y nos pone en guardia ante lo que consideramos un ataque a las costumbres y la tradición, sin ser conscientes de que ambas cosas, las hemos creado nosotros con nuestro comportamiento, haciendo de la actuación humana, Verbum Dei.
Un libro arriesgado en las ideas, tal vez en ocasiones demasiado vinculadas a un pensamiento concreto y una doctrina específica, podríamos decir incluso que de tan utópico que resulta algunos podrían pensar que en ciencia ficción; lo que si es cierto es que es hermoso, muy hermoso lo que propone y la manera de conseguirlo, y también es cierto que no es tan difícil de conseguir si todos pusiéramos de nuestra parte, pero...¿Quién en la vida real está dispuesto a sacrificarse y abandonar la seguridad en la que vive por ayudar al prójimo?

Un libro muy bien escrito y explicado, en el cual, todo lo que se propone está meditado, estudiado, contrastado, no hay dato que no esté verificado, pero tal vez por eso, en algunos momentos resulte algo pesado de leer, demasiados datos uno tras otro, como aprenderse la lista de los reyes godos, o para mi generación, la cronología de la monarquía desde los Reyes Católicos; ha veces me he sentido como en una clase de aquellas de EGB, en la que todo eran fechas y lecciones aprendidas de memoria, aguantando las aburridas y obligatorias clases de religión.

En resumen, un buen libro, con un mejor fin y una historia que de tan sorprendente, pudiera llegar a ser cierta. Y sobre todo, recomendado para todos aquellos que aún tienen fe en el ser humano.



"Por lo demás, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el sentimiento de paz y amor estará con vosotros."






VOLVER A LAS RAÍCES
María del Carmen Vega Mestre


 Para conseguir el libro pinchad aquí





Una reseña de Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS



miércoles, 16 de septiembre de 2015

EL AMOR ESTÁ EN EL VINO de Esther Llul





"¡Cántame, oh Sulaimán,
y llena de vino mi copa!
¿No ves que apareció al alba
bajo sus tenues velos?
Cuando te llegue la jarra
agárrala y sírveme:
Quiero que ella te distraiga
de la llamada del almuédano.
Sírveme el vino sin tregua,
a la vista de todo el mundo,
y hagamos como los de Sodoma."

(Abu Nuwas. Cantar al vino, LXIV)




Nunca me he sentido especialmente atraída por el vino, consumo algunos rosados, pocos blancos y se me resiste el tinto; sin embargo he crecido entre viñas, bodegas y en la mesa nunca ha faltado una buena botella de vino, o un buen porrón, como le gustaba beber a mi abuelo.
De pequeña, cuando llegaba la festividad de la Virgen, coincidiendo con las fiestas del pueblo, mi abuelo siempre nos ponía a los nietos un vaso de "vino cosquillas", que no era más que un vaso lleno de gaseosa "Maripili" y unas gotas de vino tinto; apenas se rosaba la espumosa con aquellas gotas de vino, pero era bastante para que nosotros nos sintiéramos especiales y distinguidos por aquel detalle del vino cosquillas, el cual bebíamos casi de un trago y aquellas burbujas de la gaseosa nos hacían estornudar. ¡Campeón! gritaba el primero que lo conseguía sin que le picaran la nariz o el paladar.
Pero en una ocasión, una de mis primas fue más lejos y agarró una jarra de barro y la metió en una de las tinajas de vino de la bodega y ¡Campeona! se la bebió casi de un trago. Sobra decir que hubo que llevarla al médico, aunque los mayores pensaban que se había desmayado por algún golpe jugando, no tardó mucho Don Paco en sacarlos de su error: la niña está borracha, dijo. La memoria es selectiva con el paso de los años, y no logro recordar lo que pasó a continuación con mi prima y por extensión con el resto de "bandoleros", como nos llamaba mi abuela, tan solo ha quedado en mi mente aquel momento etílico y una severa amenaza: ¡Al que se acerque por la bodega sin permiso y sin supervisión, acabará metido dentro de una de las tinajas para que se harte de vino!
Tal vez fuera eso, tal vez fuera que no sentí nunca el espíritu del vino en mi sangre o tal vez que de todo el trabajo del campo, aquel fuera el que menos me atrajera, pero nunca puse interés ni en su elaboración ni en su cata y disfrute; y a pesar de todo eso, cada vez que mis pasos me llevan hasta las viñas del abuelo -aunque en ellas ya no hay rastros de cepas y en su lugar reinan trigos o girasoles a años alternos- sigo sintiendo el rumor del viento acariciar las hojas de las vides y las voces de mis abuelos y tíos vendimiando. 

Parece que después de todo,algo de ese espíritu si quedó en mí...


EL LIBRO.

¿Que tienen en común un ex monje benedictino, una escritora alemana con fama de bruja, dos jóvenes del Bierzo, una financiera bancaria y un restaurador gallego? una pasión. Una gran pasión: el vino. Jean Bernard y Anne Sophie se descubren así mismos en su madurez, en la áspera y bella tierra extremeña, la que esconde tras las grietas de su piel un interior que destila regios caldos afrutados y especiados, rojos rubí y cereza. Pedro y Paulina se conocen desde niños, pero sus pasos los han llevado por caminos distintos hasta que el Bierzo que los vio nacer, los une de nuevo; dos jóvenes que sienten de manera distinta el vino y la tierra hasta que estos se juntan con la sangre y ya es imposible no dejarlos fluir; jóvenes que no olvidan sus raíces pero que luchan por crear las suyas propias, como la uva mencía que crece en las duras montañas de la hoya berciana, joven pero fuerte.
Neréa y Raúl, tan distintos entre sí como diferentes son sus trabajos y aspiraciones, casi han llegado a la cima de sus respectivas profesiones, pero algo dentro de ellos fermenta hacia otra dirección, aunque se resisten a despalillar la raspa que les une al camino ya andado; como los vinos gallegos, la ligereza y la acidez, embargarán sus sentidos y regarán su pasión.
Cuando el pasado se asemeja a un retorcido y viejo tronco de vid, la vida explota con la fuerza y el aroma de un racimo de uvas, sin importar su color, tan solo, la pasión que despierta en cada uno de nosotros.


LA OPINIÓN DEL GATO.

Cada vez que tengo entre mis manos un libro de Esther Llul, algo entre las cosquillas y el ansia se apodera de mí; empieza en el estómago, es la primera de las sensaciones que un nuevo libro me provoca nada más cogerlo entre las manos, continúa con un nerviosismo que me impide cogerlo a la primera, pero que hace que lo observe detenidamente hasta que, al fin, extiendo mi mano izquierda -siempre cojo las cosas por primera vez con esta mano, a pesar de no ser zurda, pero si ambidiestra- lo giro tras deleitarme con la portada (si de normal las portadas me atraen como mosca a la miel, las de Esther Llul me hipnotizan) y me dejo engatusar por la sinopsis. Es difícil que pueda resistirme a leer sus libros una vez han llegado a mi y me han poseído, una vez los tengo, no puedo quitármelos de la cabeza. 
Cuando tuve entre mis manos El amor está en el vino, sentí como una especie de corriente eléctrica, cosa habitual cuando toco a otras personas o acaricio largo rato a mi gata -la pobre termina huyendo como alma que lleva el diablo tras un rato de deleitarme sintiendo su suave pelo entre mis dedos y soltando chispas sobre su lomo- pero rara vez me ocurre cuando toco cosas; sin embargo el "chispazo" fue tan fuerte que tuve que soltar el libro sobre la cama, pocas, poquísimas veces me ha pasado esto con objetos, pero cuando ha ocurrido, luego, algo bueno me ha pasado.
Los primeros capítulos me resultaron algo "durillos" de leer, reconozco que me encontraba algo perdida con lo que la autora me contaba ¡Yo no se nada de vinos! era como si me estuvieran hablando en un idioma desconocido, ni si quiera comprendía lo que significaban muchas palabras. Pero entonces cerré el libro durante un instante, respiré hondo y miré al cielo, y lo que vi fue la parra que cubre todo el patio trasero de mi casa; un destello dorado y verde lo cubrió todo, cerré los ojos y respiré profundamente de nuevo. Subí a la escalera, cogí un racimo de uvas, y comencé a comerme uno a uno sus dorados, dulces y prietos granos. 
Abrí otra vez el libro y comencé de nuevo su lectura. Dejé de fijarme tanto en aquellos términos que desconocía y me dejé llevar tan solo por la narración, y fue esta, con un estilo íntimo, elegante, delicado, detallado, exhaustivo y bello, muy bello, la que palabra a palabra, capítulo a capítulo, me desentrañó una historia apasionante y apasionada en la que el vino se convierte en el hilo conductor de la novela y en el lazo que une a sus protagonistas.
La pasión con la que la autora habla del vino, traspasa las barricas y contagia a sus personajes de ese frenesí  -incluso al lector- convirtiendo una cepa de gruesas raíces y enroscado tronco, que por muchas veces podada siempre renace más brava y fuerte, en una metáfora de la propia vida. Y es que es esa poda o corte tajante de sus ramas empobrecidas tras el alumbramiento, la que las hace resistentes para una nueva cosecha; es el cuidado, la entrega, la búsqueda de mejorar el fruto de la manera más natural posible, lo que convierte un simple tronco en fruto de dioses. Amar la vid, es como amar al prójimo, si tú das lo mejor de ti, ella -ellos- te dan lo mejor de sí.

Una novela que no solo nos llegará al corazón, nos enseñará a apasionarnos con aquello que nos rodea y hacer de las pequeñas cosas, una gran Pasión.

Una vez más, Esther Llul, cubre de magia nuestra simple humanidad.





Un vaso de vino entre las flores:
bebo solo, sin amigo que me acompañe-
Levanto el vaso e invito la luna:
con ella y con mi sombra seremos tres.
Pero la luna no acostumbra beber vino,
y mi perezosa sombra sólo sabe seguirme.
Festejemos, con mi amiga luna y mi sombra esclava
mientras aún es primavera.
En las canciones que entono vibran rayos lunares;
en la danza que ensayo mi sombra se aferra y deshace.
Los tres juntos, antes de beber, holgábamos;
ahora, ebrios, cada cual va por su lado.
¡Regocijémonos muchas horas todavía,
en nuestro festín inanimado,
para encontrarnos al fin el Río de las Nubes!

(Mientras bebo solo a la luz de la luna. Li Po)





EL AMOR ESTÁ EN EL VINO
Esther Llul

Colecciones literarias Esther Llul©

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Para obtener el libro pinchad aquí



Una reseña de Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS




viernes, 11 de septiembre de 2015

BOLETÍN DE NOVEDADES DE SEPTIEMBRE EN CÍRCULO ROJO

¡Mis queridos Gatroteros, ya tenemos aquí las novedades literarias de la Editorial Círculo Rojo! Novela, Poesía, Infantil, Relatos, Fantasía, Ensayos, Autoayuda ¡Pide y Círculo rojo proveerá! el lugar donde los sueños, se hacen realidad.












































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