jueves, 28 de mayo de 2015

ENTREVISTA CON...Eugenio Asensio


“El lápiz había salido de un árbol.
El folio había salido de un árbol.
La regla, el pupitre y la silla
habían salido de un árbol.
Todo lo demás
era de madera.”

(El lápiz había salido de un árbol, Iván Rafael)



GATO TROTERO: Una larga trayectoria profesional la que lleva a sus espaldas, Eugenio ¿O es en su corazón donde se guardan los momentos vividos con la palabra como timón y bandera?


EUGENIO ASENSIO: Creo que las alacenas, los baúles o las arcas donde se guardan las palabras se reparten entre el corazón y las espaldas. Diría que uno lleva a cuestas el peso, no sé si considerable, de lo que haya podido materializar; de cualquier modo, siempre es algo tangible y mesurable. En cuanto a lo que se guarda en el corazón, considero que se trata de lo inabarcable, de lo pendiente, de lo que no hemos sido capaces de verbalizar o hemos dejado semiolvidado con intención de encararlo en otros momentos que, tal vez, no lleguen. Cotejando la espalda y el corazón, en el torrente del segundo queda lo ilusionante, así como una eterna promesa a nosotros mismos. Otra aproximación al término corazón (desvinculándolo de evocaciones manidas), ahora uniéndolo a lo ya realizado, lo vinculan a la pasión que hemos querido imprimir, diría que en el esfuerzo de cualquier escritor por intentar transmitir lo que sea capaz entre lo deseado y lo materializado, no puede haber más que corazón en cada palabra, de lo contrario, difícilmente podríamos hablar de literatura. 


 Se dio a conocer con un libro de relatos, El sueño de los leones, sin embargo ha conseguido sus mayores logros con el teatro ¿Fue algo fortuito esa incursión en el mundo teatral, o siempre supo que encaminaría por ahí sus pasos?

El sueño de los leones fue mi primera publicación. Se trataba de un libro de relatos que abarcaban un recorrido emocional de algunos años. El libro se publicó en la desaparecida editorial Nínfula, una pequeña editorial con intención de dar salida a algunas de esas voces que no pueden ser silenciadas por la desidia de las editoriales más conocidas. Eso sí que era una editorial alternativa. Sobre la incursión en el teatro, estoy convencido de que estaba predestinado. Desde mis años de estudiante había participado en diferentes obras teatrales como actor y posteriormente como director. Parecía que la concatenación de circunstancias me empujaba a la escritura, y así escribí La danza de la lluvia, que acabó ganando el Premio Internacional Casa de Teatro en 2001. A partir de ahí entré a formar parte de la AAT (Asociación de Autores de Teatro), en la que he podido colaborar con diferentes textos. En 2005 gané el Premio Fatex y después me volqué en la novela; lo cual no significa que haya abandonado mi interés hacia el teatro.


 En una novela, un autor no tiene límite alguno para crear y desarrollar una historia –excepto su propia imaginación− uno puede crear sus personajes con las cualidades físicas que quiera, puede moverlo por todo el mundo y hacerle volar si quiere, incluso, crear un universo paralelo solo para él, a golpe de pluma. Sin embargo, en el Teatro hay un límite real que es el propio escenario ¿No supone esto una dificultad añadida o por el contrario, es todo un hándicap para un autor?

Este es uno de los temas más polémicos en teoría literaria. Mi parecer al respecto no es más que mi parecer, con lo cual aceptaría muchas otras opiniones que diferirían de la mía. Creo que cada género literario tiene su lenguaje y sus propios recursos para superar los límites. No me refiero solamente a las resoluciones que aporte un dramaturgo, también pienso en el director de escena, en la tramoya y otras técnicas (pantallas, efectos luminosos...), en el caso del teatro. Recordemos cómo solucionaban los clásicos algunas escenas complejas, por ejemplo una batalla: alguien oteaba el horizonte y narraba lo que iba sucediendo. Sí que evidenciamos diferencias entre los géneros, y en todos ellos dificultades para trasladar las intenciones de un autor, pero es ahí donde la habilidad debe suplir las dificultades. Dejando la parte más técnica, el teatro te ofrece, si tienes la posibilidad de estrenar, la misma palpitación del autor puesta en pie en esa forma de comunión con el público, y eso es algo que en la novela no se puede alcanzar. Además, si en todo género literario no debería haber ni una palabra de más ni de menos, es en el teatro donde más chirrían las palabras sobrantes, donde cada gesto, cada tono, cada movimiento, cada nota musical debe ajustarse con mayor precisión a la partitura de la palabra y del movimiento. Por otro lado, la novela, normalmente, frente al teatro aporta mayor complejidad en las perspectivas para contar una historia, pero sobre todo, aporta un elemento esencial, que es el que representa el narrador, con todas sus posibilidades, frente al teatro que, aunque este pudiera aparecer, no tiene la relevancia que sí tiene en la novela.


 Dejamos el teatro de momento, pasión que tenemos en común y de la que no dejaría de hablar durante horas y horas. Tengo en mis manos Tiza, una novela difícil de catalogar −cosa que a mí eso me encanta− pues el lector lee la breve sinopsis que acompaña al libro y piensa ¡Una novela negra!, a algunos puede echar para atrás, a otros como yo, hacia adelante sin pensarlo. Pero el caso es que cuando empiezas a leer y vas avanzando en la historia, te das cuenta de que novela negra, sin más, clásica, ese concepto que todos tenemos en la cabeza de este tipo de novelas, pues que no se adapta a Tiza; Tiza es misterio, cierta intriga, mucha psicología, algo de sexo-romanticismo-relaciones de pareja-amor y desamor-humor-drama-comedia negra (eso sí) y de seguir así aún encontraría más matices para ella, pero dígame usted Eugenio ¿Cómo nació Tiza y como la clasificaría usted?


Tiza nació tras diferentes procesos de reflexión y de asimilación de mi actividad como profesor de instituto. Antes de haber escrito esta novela, escribí otra que todavía no se ha publicado. En esa primera novela me planteé si mi documentación había sido suficiente para levantar más de doscientas páginas y que la trama se sostuviera. Aun con las dudas que toda actividad genera, creí que había logrado mi objetivo. A raíz de esa reflexión fui madurando la opción de escribir una novela sobre lo que no fuera preciso documentarme. Me planteaba qué había en mi vida que pudiera ser interesante para los demás. Supongo que mi vida no es ni más ni menos interesante que la de cualquier ciudadano, con lo cual habría que echar mano de la imaginación sin dejar de asirme a lo que me permitiese la experiencia. Un día como tantos en los que me encontraba en el Departamento de Lengua y Literatura Españolas del instituto donde en aquel momento trabajaba, escuché involuntariamente (o creí escuchar, pues mis dudas me conducen a no saber si fue un recuerdo o un falso recuerdo que la memoria me cuela como si hubiese sido cierto) a una compañera que le contaba a otra que alguien (supuse un profesor) había ido a visitar a alguien (supuse un alumno o exalumno) a la cárcel. Aunque eso no era suficiente, sí me proporcionaba alas y me permitía pegar y confundir vivencias y mentiras hasta organizar cierto caos que ya había empezado a bullir. El resultado es esa novela que ha publicado Playa de Ákaba.
En cuanto a la clasificación de la novela nunca me lo cuestioné. La historia fluía libre y conducía a unos personajes y unas circunstancias hacia el desenlace que me había propuesto. En el intento por clasificarla, diría que no es una novela romántica, aunque haya amor y también el sucedáneo del amor. Tampoco es una novela de humor, aunque por momentos algunas páginas puedan esbozarnos más que una sonrisa. Si por novela negra entendemos sordidez y muerte, digamos que hay un asesinato y un avanzar en la historia para conocer al asesino, pero nunca se recrea la obra en el detritus social, no se esmera en golpear en el estómago del lector, no obstante, algún golpe sí que recibirá. Mi intención no fue otra que la de contar una historia que sucedía en un medio que me era conocido, y por supuesto, desmitificar al profesor entendido como personaje socialmente positivo y nada más; es decir, pretendía darle relieves al profesor para desmitificar un papel social unidireccional. No me interesaba el profesor dotado de varita mágica que fuese capaz de reconducir, indudablemente, a los alumnos que han errado el camino. Me interesaba crear a un personaje vivo, que trabajase como trabaja cualquier ciudadano, donde la responsabilidad y la necesidad fueran por delante de la vocación (siempre en el punto de mira para algunas profesiones). Quería asociar a la idea del profesor que todos tenemos el contrapunto de la imperfección socialmente hablando.


 Los personajes de su novela son bastante atípicos, no hay ninguno de ellos, o más bien pocos, que cumplan a rajatabla con el rol que les marca su propio papel en la historia. El profesor, uno de los protagonistas, para empezar ni siquiera tiene nombre, no le interesa que se conozca de él más que lo justo y necesario para poder contar su historia desde el momento en que Héctor se cruza de nuevo en su vida; y Héctor, el alumno que ha acabado en la cárcel y necesita contar su propia historia. Aburrido y descontento el primero con su trabajo y su propia vida y un joven que encierra oscuras intenciones más allá de los motivos que le han llevado a estar preso. Dos joyas de la novela negra,  para una novela de muchos colores ¿Cómo nacieron estos personajes, Eugenio, les dio forma poco a poco o ellos tomaron vida propia en algún momento?

Sí, estoy de acuerdo, no todos los personajes actúan como se espera que actúen, por lo menos en lo que respecta a los dos personajes principales. Además de los motivos apuntados en la respuesta anterior, busco que tanto los personajes, como en sí misma la historia, no nos suenen, que no la hayamos leído antes, que no se parezca a una de esas películas televisivas de sábado por la tarde rodadas para consumidores desmemoriados. A eso me refería cuando hablaba del profesor entendido como desmitificador respecto a personajes reconocidos. Ello no solo por una intención narrativa, también por respeto al lector.
Cierto: el profesor no tiene nombre. En la ficción de que el profesor es quien nos cuenta la historia, pues está narrada en la primera persona de un personaje interno, continuamente muestra las pocas expectativas hacia lo que nos cuenta. Se plantea si el esfuerzo de plasmar esos recuerdos sirve para algo. Es tan poco lo que espera de esas páginas y de sí mismo como redactor, que se hunde en el anonimato, creyendo que su nombre no aportará nada a lo que revive el recuerdo. A todo ello quisiera añadir algo anecdótico: en un primer borrador, aparecía un epílogo narrado por otro personaje que se lanzaba a hablar del profesor, y ahí sí que tenía nombre el protagonista, pero eso era al final, cuando el epílogo resituaba sucesos y personajes y la historia principal ya estaba contada. Antes de la publicación, mi editora Noemí Trujillo, me sugirió eliminar ese epílogo, lo cual fue un gran acierto, no solo por lo que aportaba la anonimia hacia ese personaje que quisiera ser invisible, sino, además, por dejar la historia truncada justo en ese momento.
Sobre Héctor, no hay que olvidar que se trata del antagonista. Él es quien le da el pie al protagonista para que este exponga sus interiores, es decir, para que sea quien es. Sin ánimo de caer en la pedantería, la tradición literaria nos ha dado numerosos ejemplos en los que la relación entre dos (o más) personajes consigue que ambos crezcan. La pareja más entrañable y quizá la más lograda, posiblemente sea la de Don Quijote y Sancho. Cuando Cervantes crea a Don Quijote y lo lanza por esos caminos de La Mancha, crea a un loco que agota su papel en los primeros entuertos; sin embargo, en las siguientes salidas, ya con Sancho, surge esa relación y lo que da de sí, sobre todo a través de los diálogos, lo que consigue que ambos se desarrollen y alcancen esas cotas tan elevadas. En suma, los dos se necesitan y se complementan.


 En la novela hay bastantes personajes secundarios, pero ninguno  de ellos aparece en la historia porque sí, todos  van encajando en la misma dando forma y sentido a los acontecimientos, como pequeños ladrillos que van haciendo pilar para edificar la historia completa. A mí ha habido uno que me ha gustado especialmente, Joaquín Guirao, y no sabría encontrar una única razón para explicarle el porqué; es un personaje amoral, que no inmoral, pues parece no regirse por ninguna ética ni convencionalismo social, pero sin hacer daño a nadie, en todo caso a sí mismo y él es feliz con la vida que lleva, más aún desde que se siente “cicerone” del profesor, como un padre que pasa sus conocimientos a su hijo. Y es indudable que conocerle también marca al profesor, cuya vida hasta esos momentos era aburrida y no tenía mucho sentido su día a día. Háblenos de este personaje, Eugenio  ¿Cómo nace, lo hizo como guía a lo Virgilio o todo lo contrario, como ese Yo demonio que en un momento aparece en el hombro izquierdo y que nos incita a pecar? (risas)

Joaquín Guirao es mi diablillo particular al que le tengo mucho más cariño del que le demuestro en la novela. Cuando el amor da sus cornadas, entienden los dos personajes (él y el profesor) que solo queda el camino oscuro y directo, el que proporciona un falso amor. La situación sentimental de abandono que ambos viven los lleva a gusanear en el mundo de la prostitución. Tal vez sea uno de esos momentos en los que el profesor, deja de ser un personaje positivo y se ensucia a la vez que se humaniza. Guirao es el conocedor de ese mundo y se lo muestra a su Dante. Pero lejos de limitarnos a una primera valoración, recordemos aquellas palabras de Guirao en las que se ve vencido por la evidencia y nos muestra su tremenda soledad. Dice:
«─¿Qué quiere que le diga, amigo mío? ─continuó Guirao─. A veces pienso que la única aspiración que nos queda no es otra que la de no darles demasiado asco a las putas.»
Guirao es un personaje fronterizo. Me he tenido que mesurar mucho para que no se me fuera más allá de la línea roja, debido a sus inclinaciones. Reconozco que le hubiera concedido más páginas, pero el miedo a caer en la sobreactuación me aconsejó detenerme quizá antes de tiempo.


 Tiza, etiquetas aparte, es una novela de relaciones o de interrelaciones, pues nada pasa al azar y nada queda en el olvido, todos estamos relacionados entre nosotros y nuestras acciones, aunque olvidadas por nosotros, no lo son para el Destino, si me permite esta acepción. Cada uno de nosotros en algún momento dado, cruzamos nuestro camino con el de otros y nos convertimos en parte del mismo, de ese Destino que acabo de mencionar ¿Es posible, Eugenio, existir sin ser parte de los demás, sin que los actos y palabras de los demás nos afecten? ¿Sería eso existir o subsistir? Su novela me traía a la memoria mientras la leía, un fragmento de El Candor del Padre Brown, de Chesterton: Hay en la vida un elemento de coincidencia mágica, que la gente que calcula prosaicamente, puede perderse para siempre…

La imagen a la que te refieres me parece muy relevante. Si dejáramos a modo de estela un hilo que se anudase a la presilla del pantalón, podríamos reseguir ese entramado en el que vamos urdiendo nuestras vidas. Precisamos de los demás, lo cual quiere decir que es imprescindible e inevitable cruzar los caminos. No sé si esos cruces representan momentos mágicos, pero a veces se identifican con trenes que no se nos pueden escapar o con trenes que nos arrollan. En Tiza, como en la vida, las palabras pueden condicionar nuestros actos. No es preciso grabarlas en el mármol ni crear momentos enfáticos, las palabras, de por sí, pueden venir afiladas o con carga de profundidad. Tal vez existir y subsistir, desde un punto de vista existencial, sean sinónimos.


Ya hemos hablado del Teatro en su vida y obra, y tengo que decirle que yo veo Tiza como una obra muy visual, con actos claros en su desarrollo, claro que esto es algo muy subjetivo, pero también hay poesía, y de nuevo en mi mente se unen ambos conceptos, teatro y poesía, y no puedo evitar ver una obra de teatro frente a mí ¿Hay un poeta entre el dramaturgo y el escritor de novelas? ¿Es condición sine qua non que los tres términos vayan unidos o al menos se complementen?

Estoy de acuerdo en lo de la obra de teatro. Dice mi editora que ella ve una película, a mí me encantaría. Entiendo que ese parecer se debe, básicamente, a los diálogos. Supongo que en el fondo (teatro, poesía o novela) existe un parentesco o unos denominadores comunes, a pesar de las diferencias de lenguajes y de recursos de cada uno. Yo no me considero poeta. Considero que la poesía y yo de momento nos miramos, pero ninguno se atreve a romper el hielo. Tal vez el concepto de poeta deba abrirse y no limitarse a quien escribe versos, si es así, podría decirse que los tres términos (géneros), como tú preguntas, deben de ir unidos.


 Como profesor, Eugenio ¿Cómo ve a la juventud en estos momentos? ¿Hay en verdad una generación perdida o tan solo está aturdida? ¿Hay esperanza en las nuevas generaciones?

Ella es la única esperanza. No podemos generalizar en este tema, como casi en ninguno. He tenido alumnos que me han enseñado muchísimo. Sé que decir eso es un tópico, pero no deja de ser cierto. Se dice también, y lo corroboro, que tenemos la juventud mejor formada que ha habido nunca. Cada época tiene unas tendencias y unos intereses, y no podemos imponer los intereses de hace veinte años a los del presente. Sí que existen unos pilares comunes en diferentes períodos (o en todos los períodos), pero la juventud de todas la épocas ha tratado de dinamitarlos, porque es intrínseco al proceder del joven. Entre ninis y desencantados (todos ellos nos llevarían a muchas opiniones), emerge un grupo con muchísimo potencial, esperemos que la sociedad esté a su altura.

 Y para acabar, que una disfruta tanto que no ve pasar el tiempo en el reloj ¿Qué me diría si yo le digo a usted Czeslaw Milosz?

Diría que se trata de un gran poeta, así como un profesor, que recibió el premio Nobel de Literatura en 1980. Aunque nunca lo conocí, tuve la gran suerte de que coincidiera un texto mío con uno suyo, junto a textos de otros autores como Antonio Tabucchi. Para situarnos debo remontarme a algunos años atrás. Donde primero empecé a dar clases fue en la Facultà degli studi di Genova. Yo era lector de español. Esa estancia en Génova propició que cuando la ciudad de la Liguria fue, junto con Lille, capital de la cultura europea, en 2004, desde la universidad me propusieran una colaboración en el volumen que se tituló, Genova per noi. Testimonianze di scrittori contemporanei, donde cada colaborador aportaba su propuesta para mostrar su impresión, idea o recuerdo de su paso por la maravillosa Génova.


Ha sido un placer, Eugenio, leerle y saber algo más de usted. Una delicia “trotar” con usted desde este curioso y singular Gato. Le deseo lo mejor y por supuesto, ¡Mucha mierda!

Gracias





"...La adolescencia al fondo del patio
La juventud debajo de la mesa
La madurez que no se conoció
La vejez
con sus alas de insecto."

(Los Profesores, Nicanor Parra)



Una entrevista de Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

miércoles, 27 de mayo de 2015

A MI ME PARECE UN SUEÑO de Anate Rivera





Dale vida a los sueños que alimentan el alma,
no los confundas nunca con realidades vanas.
Y aunque tu mente sienta necesidad, humana,
de conseguir las metas y de escalar montañas,
nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.

Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco,
no los dejes que mueran de hastío, poco a poco,
no les rompas las alas, que son de fantasía,
y déjalos que vuelen contigo en compañía.

Dale vida a tus sueños y, con ellos volando,
tocarás las estrellas y el viento, susurrando,
te contará secretos que para ti ha guardado
y sentirás el cuerpo con caricias, bañado,
del alma que despierta para estar a tu lado.

Dale vida a los sueños que tienes escondidos,
descubrirás que puedes vivir estos momentos
con los ojos abiertos y los miedos dormidos,
con los ojos cerrados y los sueños despierto.

(Dale vida a los sueños de Mario Benedetti)


Es más que cierto que nunca se puede juzgar un libro por su portada, pero es que en esta ocasión hubiera sido una sentencia más que injusta. La primera vez que me encontré con el libro de Anate Rivera, A mi me parece un sueño, me atrajo poderosamente su portada, ni siquiera había leído la sinopsis y ya quería tener el libro a toda costa y es que estaba segura de que me encontraba ante una novela erótico-romántica donde las hubiera; ya he confesado muchas veces que soy algo reacia a leer este tipo de historias, pues cuesta mucho encontrar grano entre tanta paja, pero también he dicho abiertamente que cuando eso sucede, se trata de novelas realmente magníficas, especiales, diferentes, de calidad.
Y ese fondo blanco en el que resaltaban un espejo y una bañera roja me atraía como la luz atrae a las libélulas ¿Quién podría dudar que dentro se desarrollaría una gran historia de amor y sexo? y es que al igual que ocurre con las buenas novelas románticas, si se sabe conjugar amor y sexo en un relato ¿Qué puede haber mejor? solo faltaba eso precisamente, que la dosis entre uno y otro, fuera la adecuada, sin caer en las exageraciones ni en el absurdo. En ese caso, tendría que leerlo sin más demora.
Y entonces caí en la cuenta de que no había leído la contraportada ¡Dichoso color rojo que me ha hipnotizado y hecho elucubrar sin ton ni son! casi me había adentrado en una historia que en ese momento solo estaba en mi cabeza, pues ni siquiera había abierto el libro aún. Pero entonces leí la sinopsis y ya sí que no supe a qué atenerme. No solo se hablaba de romanticismo y erotismo, esos escuetos párrafos aseguraban una historia de misterio e intriga ¿Seguro? ¿No querrá la autora abarcar demasiado o prometernos algo que no podrá cumplir?
Está bien me dije vamos a comenzar a leer…

A MI ME PARECE  UN SUEÑO de Anate Rivera

Comencé al fin la lectura y tal y como yo me imaginaba la sensualidad y el baño ¿Rojo? fue lo primero que apareció en la historia ¡Pero qué lista soy, a mi me la va a dar una sinopsis cuando una imagen o portadavale más que mil palabras! A continuar leyendo. Y no llevaba ni página y media cuando en mi rostro apareció una expresión de sorpresa que de verme yo misma en ese momento reflejada en un espejo, me hubiera quedado además de ojiplática, boquiabierta y tan pálida como pared de sanatorio; el misterio y la intriga me acaban de golpear sin remisión alguna. Así comenzaba la novela de Anate, con una extraña, misteriosa e inexplicable desaparición que me acaba de atrapar y subido a una montaña rusa de emociones que ya no me abandonaría en toda la lectura.
Hacía tiempo que una sola novela no me tenía en vilo, con el corazón en un puño, desbocado, ora por confusión, ora por emoción, por expectación y  hasta por excitación ¿Es que a nadie se le ha ocurrido incluir un tensiómetro junto con la novela?; junto con el protagonista el lector se ve sumido en una serie de acontecimientos que escapan de su entendimiento y de su razón, ¡escapan de cualquier lógica! es imposible dejar de leer sin preguntarse qué será lo próximo que ocurra, y en mi caso, deseaba saber el desenlace tan ansiosamente como al mismo tiempo quería seguir disfrutando de esa asombrosa historia, sin que nada ni nadie me arrebatara esa sensación de vértigo y ansiedad que me mantenía con todos los sentidos alerta.
Me encontraba ante un relato trepidante, con saltos espacio-temporales que todavía acrecentaban más esa sensación de “angustia” ante  unos hechos inexplicables que cada vez se complicaban más, creando una confusión mental total y absoluta, prácticamente ilógica, tanto en protagonista como lector; era como estar ante un cuadro del Bosco o de Pieter Bruegel el viejo, en los cuales sueño y realidad parecen mezclarse sin que seamos capaces de distinguir uno de otro, cuadros que te atrapan e hipnotizan y que sin entender muy bien qué es lo que está pasando ante ti, no puedes dejar de mirar e imaginar que hay más allá de lo que se ve a simple vista.

Constantino, atractivo, millonario, mujeriego, cuyo credo es Ámate a ti mismo por encima de todo, ve como su vida toma un giro inesperado al conocer a una atractiva azafata de vuelo, Brigitte; por primera vez descubre lo que es el amor de verdad, pero desconoce que desde ese momento, su vida ya no será nunca igual y que tal vez deberá pagar ante el Universo un caro precio por su felicidad ¿O un justo pago por su pasado? Constantino inicia una trepidante búsqueda que no solo incluye la extraña desaparición de su mujer, si no la suya propia, extraviada y confundida entre los avatares del Destino. Misterio, romance, erotismo, expiación de culpas, muchos pecados y unas cuantas virtudes, ese será el camino que Constantino ha de recorrer si quiere hallar aquello que tanto ama, y ya, no se trata solo de él.
Constantino se verá envuelto en una Serendipia, que le conducirá hasta el sentido de su propia existencia. Un final cardiaco, digno de una película de Hichtcock.”

Anate Rivera consigue con su novela, A mi me parece un sueño, adentrarnos en un extraño mundo en el cual, Realidad y Ficción, se superan la una a la otra continuamente ¿Cuál de las dos saldrá victoriosa? Sin duda alguna…la victoria es del satisfecho Lector.



 



Anate Rivera
A mi me parece un sueño

ISBN: 978-84-9095-374-7







Una Reseña de Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

viernes, 22 de mayo de 2015

Entrevista con...Antonio Gargallo Gil







"Cuál es la más grande lección que una mujer debe aprender?
desde el primer día de su vida todo lo que 
ella necesita está en Ella misma, es el mundo el que
la convence de que no es así."

(Rupi Kaur)




GATO TROTERO:  Bienvenido a este Tejado Antonio, y enhorabuena por su última novela, una más en su ya larga trayectoria literaria ¿Cómo ha sido este nuevo alumbramiento? ¿Se pierden los nervios de las primeras veces o cada nuevo libro es como si fuera  el primero? ¿Con la experiencia se pierde parte de aquella emoción inicial, Antonio? 

Ha sido muy especial, al igual que el resto de alumbramientos. La emoción sigue intacta, como cuando un padre espera el nacimiento de su tercer o cuarto hijo, que sigue igual de ilusionado que cuando nació el primero. Evidentemente tienes más experiencia, es un sentimiento ya conocido, pero el entusiasmo no desaparece.  

GT Cuando le conocí e indagué en su obra, me sorprendió bastante la cantidad de libros escritos  y sobre todo, la amplitud de la franja de edad a la que iban dirigidos; tenemos al Gargallo novelista y al Gargallo “cuentista”, vamos, para adultos y para niños. Sin embargo, tras ese despiste inicial, al conocerle un poco más, he podido constatar que no solo sus libros infantiles son para niños y que sus novelas, en mayor o menor grado, hacen conectar al lector con su  olvidado lado pueril. Me explico. Pocas veces son las que actuamos de adultos sin que nuestra niñez tenga un peso importante en nuestros actos ¿Piensa usted Antonio, que la educación y las experiencias de niños, marcarán nuestra vida de adultos? ¿Deberíamos tener en general, más conciencia sobre cómo educar y tratar a los niños? ¿Sería en ese caso la literatura, una herramienta imprescindible? 

La niñez es una época fundamental en nuestras vidas, cuando forjamos nuestra personalidad y empezamos a construir los pilares de la futura personita en la que nos convertiremos. Por ello, la niñez tiene que estar cimentada desde el más profundo respeto dado que los miedos que nos atrapan desde pequeñitos suelen acompañarnos en nuestra vida adulta, en mayor o menor medida. Por tanto, la educación de los niños es muy importante y conviene hacer verdadero hincapié en ella.  
Como diría Aristóteles: “Educa a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Dicho de otro modo, la literatura sí que se puede convertir en un instrumento para favorecer esa educación, dado que los libros son ventanas abiertas que nos pueden enseñar los caminos a seguir y convertirse en grandes herramientas al servicio de la prevención. 

GT: Volviendo al tema edad y sus libros, me gustaría apuntar algo que me ha llamado la atención de sus historias, independientemente de que estén dirigidas a un público infantil o adulto.  Hay algo en común en todas ellas, y es que a través de tramas más o menos complicadas, indudablemente dependiendo de a quién estén dirigidas  −y por mi experiencia leyéndole puedo decir que además, interesantes y bien hiladas− todas tienen un fin, y es el de enseñar  al lector que siempre hay un camino correcto para encaminar nuestros pasos. Pero la línea que separa la educación del sermón, en ocasiones es demasiado fina ¿Cree usted, Antonio, que en alguna ocasión alguien pueda sentirse demasiado aleccionado por sus “recomendaciones” y pueda llegar a obviar la historia en sí para centrarse únicamente en esa sensación de “me están leyendo la cartilla”? Cuando a todos nos tocan nuestras creencias o ideologías, ideas, sentimientos, o como deseemos llamarles, tendemos a cerrarnos en banda a otras cuestiones que también forman parte del mensaje, como en caso de un escritor, su obra. 

Efectivamente, querer tambalear las creencias de una persona supondría poner a esa persona a la defensiva y entrar en un terreno pantanoso de difícil acceso. Por ello conviene escribir con mucho tacto y siempre desde el respeto, sin cuestionar a nadie lo que crea o deje de creer; es decir, se puede mostrar un camino, respetando cualquier otro, y dejar al lector la libertad suficiente para que elija cuál es el camino más indicado a seguir. ¡Sin imposiciones! Y de este modo tal vez descubras nuevos senderos que te llevan a un mundo más feliz. A eso se llama cambio y querer cambiar para mejorar es sano, pero si no se desea ese cambio, no pasa nada, cada cual es libre de vivir como quiera o considere oportuno. 
En mi caso concreto de escritor, evidentemente habrá personas que no les gustará lo que escribo, algo totalmente natural porque no existe una novela que guste a todos, pero yo me quedo con la gente que se pone en contacto conmigo y me dice cosas como: “Gracias a tu libro he visto los colores a la vida”.  

GT: Sus libros, principalmente tienen un fin, que es el Desarrollo personal del individuo, a nivel emocional, psicológico, social, laboral y espiritual; todo ello narrado con claridad, sin lugar para la ambigüedad o la confusión, tengo un mensaje que transmitir y busco la manera más sencilla pero también más lúdica de hacerlo, podrían ser sus palabras. Viene  a ser como se ha contado siempre aquello que se ha querido hacer llegar a la mayor cantidad de gente posible, sin importar ni su edad ni su condición social: las historias, los cuentos, las fábulas, las parábolas. Enseñar entreteniendo ¿Se considera usted más escritor que cuentista, o narrador de historias? ¿Tal vez el peso o la deformación profesional pueden más que su lado de escritor? ¿Se conjugan? ¿O tal vez, no son compatibles y siempre tiene que primar una faceta sobre otra? 

Supongo que cada autor busca un sentido a la hora de plasmar las letras sobre el papel. En mi caso concreto siempre me ha gustado que mis novelas tengan un poso del que poder enriquecerse, si así se desea. Entretener y, a su vez, ayudar a la persona a adquirir el mayor desarrollo personal posible. Afortunadamente, al recibir cientos de mensajes con un feedback positivo e interés por leer mis novelas desde diferentes puntos del mundo, me animan a seguir en esta línea. No obstante, también tengo pensado escribir alguna novela puramente narrativa, sin entrar en el campo de la espiritualidad o el desarrollo personal. ¡Me gusta jugar con las palabras y crear! 

GT: Volviendo a su faceta de profesor. Diplomado  en Educación Física, Inglés y Francés. Una vez más, al igual que en sus libros, se nos ofrece un amplio abanico de sus intereses ¿O al igual que pasa con sus novelas, cuerpo y mente forman un todo y es imposible separar uno de otro si queremos desarrollarnos como personas? Antonio ¿Qué es el Ser Humano para usted, centro o lateral del Universo? Me explico mejor si lo desea ¿Puede el Hombre ser completo sin tenerse  en cuenta más que a sí mismo, un Todo compuesto por cuerpo y mente? ¿Qué papel juega el alma, el espíritu, la energía, el cosmos? Cada cual lo llame como desee…o como lo sienta. 

Para mí el ser humano es como un trípode donde se apoya la espiritualidad, la psicología y el físico. Cuando una de las patas cojea, nos tambaleamos 
La espiritualidad nos permitirá alcanzar esa paz interior que estaría en contacto con Dios, el cosmos, el universo, la energía o como se quiera llamar. Sin paz interior no se puede ser feliz. Puedes estar enamorado, ser rico, poderoso, que si no tienes paz, no serás feliz. Y no me refiero a estar relajado, sino a la paz profunda de la que hablaba Jesús de Nazaret. 
La psicología juega también un rol importantísimo, es decir, que te puedes pasar la vida orando, rezando, contemplando o buscando esa espiritualidad que si no cuidas tu psicología, puedes caer en una profunda depresión y no conseguir salir de ella. Por tanto, para mí se necesita cuidar esa psicología porque para aplicar la espiritualidad vas a tener que tener herramientas psicológicas. Por ejemplo, para mantener una buena espiritualidad vas a tener que aplicar el perdón, de no hacerlo el rencor se convierte en un cuchillo que te perfora el corazón. Tendrás que aplicar técnicas para llevar a cabo ese perdón y conseguir mentalizarte de que si no perdonas en realidad el principal perjudicado eres tú. 
En cuanto al físico, claro, también está ligado al estado psicológico, porque el ejercicio físico libera endorfinas que son los neurotransmisores que nos dan la sensación de bienestar. Cuidarnos físicamente es salud y sinónimo de bienestar, lo contrario ya sabemos lo que es. Cuando estamos enfermos nuestro estado anímico cae y si, por desgracia, tenemos una enfermedad crónica, o fomentas los otros dos pilares o te puedes podrir en vida. Abandonarlos es ir a la deriva sin rumbo ni dirección. 

GT: Antes de adentrarnos en su libro “Ya no hay vuelta atrás”, me gustaría preguntarle algo, curiosa  e inquieta que es una, tal vez de ahí el nombre de este Blog (risas). Está muy de moda el pertenecer a alguna corriente filosófica, doctrina, grupo, seguir ciertas enseñanzas que nos hagan ser mejor personas, que nos conecten con nosotros mismos y el universo, ya sabe, de nuevo mil acepciones para decir una misma cosa: el Ser Humano necesita creer en algo. Sin embargo, si estas creencias vienen de un Oriente Lejano, de unos Indios o Aborígenes primitivos, de dioses ancestrales, deidades inmemoriales, etc., se ven por el Gran Público como formas de vida más cerca del propio ser humano que de un adoctrinamiento impuesto por siglos de tradición religiosa. Sin embargo, toda corriente o filosofía de vida tiene muchos más puntos en común que diferencias unas con otras ¿Lo ve usted así también o piensa que las personas estamos separadas  por  posturas  irreconciliables? ¿Ya no hay vuelta atrás? 

El ser humano tiene una misión en vida: ¡ser feliz! La trascendencia y las creencias religiosas se dan desde nuestros orígenes, aunque la mayoría coinciden en la creencia de un Dios. Un Dios Creador al que en muchas ocasiones los hombres parece que queramos hacer a nuestra medida, de ahí que hayan existido y existan tantas religiones. A veces hasta se mata por imponer ese Dios, ¿verdad? Mataron los cristianos en las Cruzadas, los musulmanes con la Yihad y muchas sectas a lo largo de nuestra historia. ¡No entendieron nada! Pero no se trata de imponer una creencia, se trata de obrar y vivir de forma respetuosa con la naturaleza -la que nos permite vivir en la Tierra-, y con los demás, -con los que convivimos-. 
¡Qué mejor religión, por tanto, que la transmisión de la paz! Independientemente de lo que se crea, pues cuando no existe la paz aparece la esclavitud y no hay sentimiento más bonito que el de la libertad que está enlazado con el amor. 

GT: Ya no hay vuelta atrás. Una novela que sorprende y despierta conciencias, pues se quiera o no, la historia que nos trae usted no te deja indiferente. No sé si siempre que se despierta algo es para tranquilizar o enfurecer a la bestia que se esconde tras la calma que da la rutina, la tradición o el mismo día a día que adormece y hasta atolondra, de tan costumbrista e innato que nos resulta ¿Qué pretendía usted al escribir la novela, Antonio? ¿Qué ha supuesto para usted el resultado final, era lo que esperaba, o ha superado con creces sus expectativas? 

“Ya no hay vuelta atrás” es un canto a la vida, al respeto del ser humano. Todo ser humano es válido y merecedor de vivir su vida y, a ser posible, que lo haga siendo feliz. Sin embargo, algunas vidas se menosprecian y no se valoran, mientras otras se dignifican. ¿Acaso es más digna la vida de un rey que la de un vagabundo? ¿Te despierta dudas la pregunta? Pero ¿y si el vagabundo fueses tú o tu hermano o tu madre o tu padre? ¡Qué más da la condición social! El hombre se ha empeñado en crear una sociedad vertical cuando debería ser horizontal: ¡todos iguales! Pero los más listos, tramposos o miserables, como se quiera llamar –reyes, políticos, etc.-, se adjudican unos privilegios que todos hemos aceptado como válidos. ¿Estamos locos? Pero si cualquier profesión merece el mismo respeto y dignidad que cualquier otra. Sin embargo, al estar en el poder y manipular los medios de comunicación, no les ha resultado complicado domar a la sociedad y ponerla a su servicio. ¡Despertemos!  
Y otra cosa que tengo muy clara en la vida es que el camino del bien es el más recto, el más llano y el más bello. Cuando practicas el mal es como un boomerang que lanzas y te vuelve a ti con tanta fuerza que incluso podría matarte. ¿Qué conseguimos con los actos negativos? ¡Dañar al prójimo! ¿Y qué consigues haciendo daño? Si buscas hacerlo es por algo, ¿no? ¿Por placer de humillar o perjudicar al otro,  verdad? Por tanto queda demostrado que quien siente placer practicando el mal es porque tiene un corazón perverso, de otro modo no se puede explicar ese fuego dañino. Mejor convertirse en gota de agua en el desierto, ya que muchas gotas de agua forman un oasis que puede ayudar al prójimo a saciar su sed. 

GT:  Tenemos un personaje femenino en su novela que representa el mal absoluto, ese monstruo en el que se convierte una persona cuando olvida su lado humano y cuya felicidad solo existe si los demás sufren. Por otro lado nos encontramos con otros personajes principales que hacen lo que deben,  cuya forma de seguir adelante es perdonando aunque cueste y  empatizar con los demás para no solo entenderles, si no comprenderse mejor a ellos mismos. Roles muy claros de quien es quien. Como esas películas mudas en el que el malo era un tipo enorme, de grandes bigotes, dientes sucios y ojos pintados de oscuro, personaje que a pesar de tratarse de cine mudo, te bastaba con verle aparecer en escena para saber que ahí teníamos al villano. Pero en la vida real no siempre es tan fácil identificar a los “malos”, a los ruines, a los farsantes ¿Tenía alguien concreto en su mente cuando perfiló estos personajes, Antonio, detrás de ellos hay personas reales o son un compendio de virtudes y defectos humanos en general? ¿No habrá paz para los malvados? Le aseguro que tengo curiosidad por saber si la realidad supera a la ficción. 

La realidad supera la ficción Y le aseguro que quien practica el mal no tiene paz y no es feliz, sino que plasma su amargura en los demás, buscando que los otros compartan con ella su malestar. Digamos que tienen un lema: “Si yo no soy feliz, tú tampoco”. Y hacen todo lo posible para que la otra persona se sume a esa amargura que al malvado le ahoga por dentro y cuya única satisfacción es conseguir ver reflejado el daño en los demás. ¡Y esa es la razón intrínseca de las personas que practican el mal! 

GT:  Personajes a parte, la trama es espectacular, en mi caso concreto, dejando aparte ciertas cuestiones ideológicas  −en boca de los personajes, por supuesto−  con las que no “comulgo”, el hilo argumental es increíble. Es una auténtica novela negra, un thriller psicológico que puesto en manos de un director norteamericano sería un exitazo en pantalla grande –si, por desgracia para que sea un taquillazo ha de venir de USA – en la cual no falta de nada: el paro, los desahucios, la corrupción política, las redes sociales y con ellas los vacíos legales al respecto, la justicia, la desigualdad social, la familia, la pareja...¿Cómo consigue organizar todos estos temas en su mente, y sobre todo, amalgamarlos para hacer con ellos una novela y conseguir que el lector no acabe desperdigado entre tanta información? ¿Talento o trabajo duro, ambos o alguno más que otro? 

Muchísimas gracias por estas bellas palabras, me honra leerlas y se las agradezco enormemente. El talento y el trabajo son como un coche y la gasolina: ¡sin uno no funciona el otro!  

GT:  Ya no hay vuelta atrás Antonio, así que ahora o nunca ¿Se cuece algo nuevo ya por su cabeza? sin desvelar nada, por supuesto ¿Tendremos una nueva novela o un libro infantil? Mira que si nos sorprende y nos trae algo totalmente distinto…(risilla y mirada entrecerrada, así de curiosa soy yo) 

Sí, se cuece una nueva novela de una enorme complejidad para escribirla. ¡Cuánto he aprendido y cuánto estoy gozando escribiéndola!  


Muchas gracias Antonio por su tiempo, su amabilidad, por supuesto enhorabuena por esta novela, he disfrutado enormemente con ella, y no me puedo despedir sin decirle que ha sido un placer conocerle en persona. A pesar de las diferencias de criterio, conocer a un autor tan seguro de sí mismo y sus ideas, siempre enriquece.  

Gracias y espero que hasta pronto. 






"Las palabras más tiernas que me dijo mi padre fueron:
Las mujeres como tú, ahogan Océanos."

(Rupí Kaur)





Una Entrevista de Yolanda T. Villar

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