jueves, 23 de octubre de 2014

ENTREVISTA CON...José Carrasco Llácer




“Que se engaña mucho al creer que un hombre de valor tome en cuenta los peligros de la vida o de la muerte. Lo único que debe mirar en todos sus procederes es ver si lo que hace es justo o injusto, si es acción de un hombre de bien o de un malvado.

Porque temer la muerte, atenienses, no es otra cosa que creerse sin serlo y creer conocer lo que no sabe. En efecto, nadie conoce la muerte sin saber si es el mayor de los bienes para  el hombre. Sin embargo, se la teme, como si supiese con certeza que es el mayor de todos lo males. ¡Ah! ¿No es una ignorancia vergonzante creer conocer una cosa que no se conoce?

Como no te avergüenzas de no haber pensado más que en amontonar riquezas, en adquirir créditos y honores, en despreciar los tesoros de la verdad y de la sabiduría y de no trabajar para hacer tu alma tan buena como pueda serlo?

Antes que el cuidado del cuerpo y de las riquezas, antes que cualquier otro cuidado, es el del alma y de su perfeccionamiento; porque no me canso de deciros que la virtud no viene de las riquezas vienen de la virtud y que es de aquí de donde nacen todos los demás bienes públicos y particulares.

Hoy no sé qué de sobrehumano en el hecho de haber abandonado yo durante tantos años mis propios negocios por consagrarme a los vuestros, dirigiéndome a cada uno de vosotros en particular, como un padre  a un hermano mayor puede hacerlo y exhortándolos sin cesar a que practiquéis la virtud.”

(Fragmento, Apología de Sócrates de Platón)



GATO TROTERO: No puedo empezar esta entrevista de otra manera, que dándole a usted la enhorabuena por esta novela,  José. Los motivos son muchos, pero me gustaría destacar ante todo su calidad, pues si fuera un jamón de bellota tendría cinco jotas, más una que me bailaría yo de alegría. Hágase una idea de lo mucho que me ha gustado esta su segunda novela, y no soy la única, que por aquí trotamos mucho y curioseamos más. Pero un trabajo bien hecho no se hace de la noche a la mañana ¿Cuál largo ha sido ese proceso, José, desde que surge la idea hasta que escribe: Me pareció Duque Elligton que tocaba Preludio a un beso? frase que me atrapó y tuve que anotar en mi agenda…

              

JOSÉ CARRASCO: Muchas gracias. No conozco escritor bueno o malo que sea insensible al elogio, y, personalmente, aunque diga que mi cupo de vanidad está cubierto, es incierto. Lo que sí es cierto es que su elogio de trotadores me satisface doblemente: por compartido y por la sinceridad que trae.
                El inicio del proceso creativo de esa novela viene de lejos. Por lo menos desde hace cuatro años a raíz del plagio de un relato, y, superado el momento en que se me quedó cara de tonto al constatarlo, la reacción fue contar una historia que hiciera referencia al tema. Luego se fue complicando hasta que la famosa melodía de Duke Elligton puso punto final. Con su eco en la noche, no todo estaba perdido. 



Su libro parece una novela negra cuando empiezas a leerla, pero según se avanza en la misma una se da cuenta de que le pasa como al negro y al azul marino cuando se ven por separado y hay poca luz, cuesta saber cual es cual, hasta que los juntas. Su novela está llena de claroscuros, sombras, tinieblas incluso, lluvia y brumas, pero catalogarla de novela negra es arriesgado e inexacto. La dejaré en gris marengo, por los momentos en los que sale el sol; no sé que le puede parecer a usted esta impresión mía, pero es que leerla ha sido como ver una de esas películas antiguas en blanco y negro, todo parece ser siempre gris en realidad ¿Usted la tiene catalogada de alguna manera, José? ¿Cree que es necesario definir un género para cada novela?

                Su impresión es generalizada. Mi veneración por la novela negra americana, incluso la británica, es tanta que no me atrevo a tocar el género. Diría que me pasa como a los vinos de la tierra: Que echas de menos el sello de denominación de origen, aun reconociendo que los hay excelentes a los que no les hace falta. Yo no me atrevo. Me parecería imitación. Prefiero dejar la novela sin género. Cuando alguien me pregunta por ello, respondo que es una novela de intriga y por ende necesita de sombras y  luces. Como el gris marengo y el azul marino que participan de lo oscuro. Creo que la novela en general puede ser muchas cosas que escapan al catálogo.

Los protagonistas de su novela son una pareja muy poco al uso; a pesar del tiempo que llevan juntos no han terminado de romper lazos con su vida anterior y tampoco se han arriesgado aún a dar un paso más en su relación. Él es un diplomático casi cuarentón y ella una conocida escritora y periodista ya entrada en la cuarentena. Una edad y unas profesiones que harían pensar que la vida ya está resuelta, que el camino que cada uno debemos recorrer en esta vida ya está claramente marcado, tras la confusa juventud llega la madurez plena y tranquila; pero que lejos está de la realidad cuando leemos su novela. Gonzalo, el protagonista parece tocado por una mano negra y Diana, ha sido dejada de la mano de dios  ¿No habrá nunca paz para los “malditos” seguro que Isaías me permite esta licencia− son los antihéroes los nuevos héroes de la ficción? los primeros suelen ser los que siempre se llevan el cariño y la complicidad el público.

                Para los personajes de la novela, lo mismo que para el autor, la vida nunca está resuelta del todo. Más bien es un conflicto permanente entre el “ya”, pero “no del todo”, entre vida y muerte. Eso es lo único predeterminado: El camino y el final.
                La lectura que hace de la novela, de su metáfora, es acertada. No hay paz. Lo importante es saberlo. Hay quien me ha dicho que la historia que contiene esa novela es como un castillo de naipes que se derrumba sin necesidad del viento. Es verdad, pero también es verdad que mientras se construye hay desafío, se quiere negar el resultado. ¿Acaso la vida es otra cosa? Admiramos a los héroes en lo que tienen de desafío, son el sueño que llevamos dentro, pero nos identificamos con los antihéroes porque son como nosotros, y los compadecemos. Son la realidad. Y la realidad tiene la mano negra. A pesar de ello, o quizá por eso mismo, seguimos soñando.


La novela engancha desde el principio porque no tarda apenas unas hojas en mostrarnos un terrible suceso envuelto en un gran misterio, y según vamos leyendo, este misterio va dejando paso a una red de intrigas, mentiras, intereses, ambición, falsa moral, odios, rencores, vanidades,  y maldad en estado puro. Grandes Egos y malos perdedores. Toda una maraña de de podredumbre humana ¿No somos los seres humanos, José, capaces de vivir y convivir entre nosotros, sin destrozarnos como perros de presa? ¿Es necesario ver pasar ante ti el cadáver de tu vecino para sentirte tú menos muerto? Me come la curiosidad ¿Están sus personajes basados en personas reales? ¿Supera aún así, la realidad a la ficción?


                Sus preguntas me hacen sonreír. No soy roussoniano —cándido y confiado en la bondad natural de los hombres y las mujeres, para quienes lo malo es el entorno—, pero tampoco creo que seamos lobos dispuestos a devorarnos continuamente como una maldición. Somos una mezcla de todo, capaces de amar mucho y odiar igualmente, de mentir y de ser sinceros, de ser humildes en un momento y al siguiente envolvernos en la capa de la vanidad. De asesinar a millones de judíos y conmoverse con las caricias de un perro. Capaces de ser generosos y de la misma manera avaros en exceso. De ser corruptos si la ocasión nos es propicia, y angelicales exigentes. ¿Recuerda el resultado de aquella pregunta insólita? “El que esté limpio que tire la piedra”. Ser conscientes de eso nos pone en el sitio. La diferencia está en que los cadáveres que escondemos no son iguales. 
                No hay un Gonzalo y una Diana concretos, pero si podríamos señalar en la calle a cualquiera con el dedo, preguntarle su nombre y poco más, y saldría una historia análoga. La ficción no envidia a la realidad, sino que la imita. La tarea del escritor es saber contarla.


El peso de la historia recae sobre los hombros de los protagonistas, sobre todo de Gonzalo, que se ve envuelto en un cúmulo de catastróficas desdichas sin comerlo ni beberlo, cae en una tela de araña finamente tejida por ponzoñosos insectos, algunos de ellos disfrazados de integridad absoluta y defensores de la moral. Pero no es menos importante el papel de los secundarios en su novela, son ellos los que dan forma a la trama y crean esa oscuridad tenebrosa alrededor de los protagonistas  ¿no son de alguna manera, José, estos personajes los que más cuesta pincelar y definir en una obra? si un escritor se pasa describiendo y haciéndoles  actuar de villanos, puede acabar creando una caricatura del típico malvado de cine mudo –largos bigotes, mirada oscura, sonrisa maliciosa− y si se queda corto no pasa de ser un malo-tonto de serial radiofónico ¿Cómo nacieron sus villanos? están perfectos en su papel, todo sea dicho.

                Los personajes secundarios de la novela me  los presentaron uno a uno los protagonistas principales a medida de las circunstancias. Son los que dan credibilidad a la historia, el  entorno en el que se desenvuelven e interactúan en sus vidas. De pronto, aparece uno al que no conocía, un taxista, un camarero, alguien que se dice amigo, y descubro que está relacionado, que es parte de sus vidas. Influyen. Retratarlos no es más difícil que contar una escena. Como dice Humberto Eco, solo pintamos parte, en lo que tiene relación porque no sabemos más de ellos. Ignoramos si tienen cita con el dentista, si les ha caducado el DNI, si padecen insomnio o les han puesto una multa por exceso de velocidad. Ello significa que nos interesan en parte. Acertar la luz, el encuadre, la distancia, el enfoque, es lo complicado para que todo encaje. El resto lo pone el lector con su imaginación y todo se resuelve como un puzle. Si se deforma aparece el villano malvado del cine mudo o el tonto de serial. Una caricatura como bien dice, y el lector se da cuenta de que algo no funciona como es debido.


Julio, ex amante de Diana, rico, maduro, atractivo, poderoso editor. Maneja los hilos de sus marionetas a la perfección;  no tiene moral, se podría decir que ni siente ni padece, pues no piensa más que en él mismo, su ambición y su odio a todo aquello que no pueda manejar, le convierten en un peligroso enemigo. Su tentáculos de calamar gigante del abismo llegan prácticamente a todas las esferas de la sociedad, en la cual, como se dice vulgarmente, quien no tiene padrino no se bautiza. Y entre esas esferas, en su novela nos encontramos con el mundo editorial, o en realidad, el submundo que se encuentra oculto tras los premios, los reconocimientos y la publicación. Usted y yo somos escritores y nos hemos forjado en concursos literarios varios, ambos sabemos  que no se trata de un mundo fácil, y que no es oro todo lo que reluce, pero una vez más, José ¿Supera la realidad a la ficción o cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia?

                La respuesta a pregunta tan directa precisa de cierta matización. Una cosa es el mundo de la edición. Toda una industria en la que lo importante es la cuenta de resultados y el producto que se pone en el mercado, un libro, ya sea de ensayo o de ficción  alrededor del cual hay toda una mercadotecnia imprescindible para que el consumidor compre. Un libro sin publicidad es un libro que se vende difícilmente por mucha calidad que tenga. Un libro de un autor desconocido, no se vende. Estoy seguro que si apareciera un libro que hasta ahora no existiera y comenzara: “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”, atribuido a  “Cualquierez”, y este se lo autoeditara, probablemente no vendería poco más de cien ejemplares. La historia de la literatura está llena de genios que no publicaron en vida. A veces la publicidad empieza a funcionar con el comentario de alguien al oído, y el editor-empresario, entonces,  es capaz de crear las condiciones para que entre en el mercado. Si hay calidad literaria, es un elemento más a favor, pero no siempre se acredita imprescindible. Si hay calidad literaria, ni siquiera es probable que dure más en el mercado. Por otra parte, se edita tanto y se lee tan poco, que la criba es irremisible. ¿Quién lee hoy a los escritores del XIX? Como usted muy bien sabe, los hay fantásticos y venerables, pero la gran mayoría, desconocidos, salvo para los pocos sabios que en el mundo han sido.
                En cuanto a los premios literarios. Hay de todo. Hay certámenes con resultados honestos, que no siempre coincide con la importancia del premio. Los hay que, si el mecenas es una editorial con impúdica exhibición de dinero, traen motivo para desconfiar por lo que antes he dicho sobre la cuenta de resultados, y suele coincidir que premian a autores ya muy consagrados. Hay premios que son meramente publicitarios para que produzcan el ruido suficiente al objeto de rentabilizar un determinado número de ejemplares y que un autor empiece a sonar.
                Ha habido una época que a ciertas editoriales les interesaba el triunfo de mujeres. Las mujeres, hoy,  leen más que los hombres y son un excelente mercado que había que excitar. ¿Es que sus títulos eran mejores?
                Otros devuelven favores recíprocos entre jurados. Algunos son un juego entre amigos. También los hay falsos, en los que anuncian el premio, envían la notificación  y luego no lo dan. A usted no sé si le ha pasado. A mí, sí.  Y hay muchos que son verdaderos, fiables y honestos.
                Muchas veces la dificultad del premio es saber exactamente qué espera leer el jurado, y hay que saber acertar con independencia de la bondad y excelencia de una obra. De cualquier manera, el concurso literario es un escalón que hay que subir. Llena curriculum para conseguir otros premios y que el editor confíe en el escritor a partir de referencias, ya sean verdaderas o espurias.


Jaime, marido de Diana, es un personaje contradictorio, bipolar diría yo. No va de frente, y para mí, resulta incluso más peligroso que Julio, pues a este último le ves venir y le crees capaz de cualquier cosa. Marga, mujer de Gonzalo, es si cabe aún más peligrosa todavía, pues el resentimiento y la falsa moral son afiladas armas. Judith, amiga fiel de Diana hasta la muerte, no sabe distinguir amigo de enemigo, como no sabe discernir entre la verdad y la mentira si estas están bien dichas. Y a parte dejamos a los “satélites” que pululan alrededor de cada uno de ellos, como si se tratara de esos demonios de dibujos animados que susurran al oído del interfecto haciendo de su voluntad guiñapo. Esos si son peligrosos, ocultos entre sombras. En este caso, con estos personajes ¿Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer? ¿Es esta manera de permanecer en el limbo moral, lo que les confiere peligrosidad, o tan solo son personajillos que se arriman al sol que más calienta aunque se quemen?

                Esos personajillos son los engranajes que hacen que la historia funcione. Papeles que distribuye el autor con pluma generosa o cicatera, como si se estuviera en el gran teatro del mundo. A veces resulta muy divertido. Pienso que así se divertía el pintor cuando colocaba en su lienzo una figura con la cara de un vecino incordiante, o la del amigo en situación favorecida. Mientras no fuera por encargo, por el que obedecía órdenes, el pintor se lo pasaba bomba. Al escritor le ocurre algo parecido. En cierta manera ahí si hay caricatura.

Mención aparte tienen los personajes que, al igual que la Rebecca de Hitchcock, no aparecen físicamente en la novela, pero su sombra es alargada cual ciprés, y su peso, incalculable. Son los mentores-protectores- confesores- dueños de Marga, un poderosísimo grupo religioso que hace y deshace a su antojo en absolutamente todas las esferas sociales y políticas del país, y más allá. ¿Somos los ciudadanos títeres en realidad de grupos como estos, de personas tan influyentes que sin darnos cuenta y sin llegar a sospecharlo jamás, nos manejan a su antojo? ¿Somos en realidad un grupo de ignorantes que ante pan y circo nos creemos y hacemos cualquier cosa que nos digan? ¿En qué sociedad vivimos, según usted, José?

                No es saludable vivir en una paranoia constante pensando que alguien nos persigue y nos maneja a su antojo como si fuéramos ratones de laboratorio que respondemos, o no,  a ciertos estímulos. La condición humana es calidoscópica. A veces nos encontramos con personas a las que le resulta mucho más fácil vivir bajo la responsabilidad de otros. Son los que dicen: dame seguridad y haré lo que me digas, los que tienen miedo a ser libres, a decidir por sí mismos. Son entreguistas de su pensamiento y de su conducta a costa de perder libertad. Un tema que abunda en la literatura universal, porque ha sido, de toda la vida, un hecho cotidiano. ¿Qué son sino los sistemas filosóficos y credos salvadores? Últimamente aparece en cada noticia del periódico. Cuando ello se impone a la fuerza aparece el cruzado o el yihadista. Hay quienes lo imponen de manera más sutil porque pueden, tienen poder y medios para influir. Por eso hay que desconfiar del exceso de poder, del cúmulo de información interesada, cuando el precio es la libertad.


La confabulación alrededor de Gonzalo es terrorífica, mucho más de lo que se hubiera pensado él mismo en un principio, jamás hubiera imaginado el alcance de la misma ¿Estamos ante una absoluta Conjura de los Necios, un Sócrates buscando una apología en un falso juicio cuyo veredicto está sentenciado de ante mano?

                Favor que me hace al comparar dos obras y dos protagonistas cuya distancia es infinita. La Conjura de los necios es una obra maldita y mítica de la literatura universal, liderada por un protagonista tan patético —en el estricto sentido de la palabra— como su autor.  La única analogía entre Ignatus J. Reilly y Gonzalo Santolaya es su condición de sufrientes. Ignatus es un tipo raro, un saco de obsesiones, un excéntrico. Tanto más cuanto que “el centro” está fuera de sitio. La excentricidad de Gonzalo Santolaya es creerse libre para entrar  en un jardín considerado propiedad privada. ¿O lo excéntricos son los personajes que lo rodean? Dependerá de donde se sitúe la virtud y si en ella hay ética. Si la norma es salvar bancos que no son inocentes, a costa de condenar a millones de ciudadanos a la pobreza, si lo más virtuoso es acumular riqueza como único objetivo, y ser solidarios es característico de debilidad y forma parte de la utopía y de los sueños, el “centro” se ha trasladado. No hay virtud sin ética. El centro a veces coincide con lo perverso. El virtuoso se vuelve excéntrico y extravagante y por tanto patético. Gonzalo es un ser tan patético como Ignatus Reilly, más sufriente si acaso, convencido que su lucha no podrá con un sistema de valores trastocado. No hará apología.  No cabe recurso contra el destino porque la sentencia es firme. Solo queda dignidad y conciencia individual. Su vida es el discurso. Sócrates, siempre Sócrates.


Para comenzar a relajarnos, que ya veo enemigos en la cola del  Súper –risas− no puedo dejar de mencionar el fabuloso despliegue de conocimientos musicales con el que nos deleita en su novela, José, es fabulosa la “lista” de joyas que nos encontramos en la ya de por sí, apasionante historia. Muchas de ellas son piezas que compartimos o adoramos ambos, porque hay varias dignas de subir a los altares. Yo me he pasado la mayor parte del tiempo acompañada por el Rat Pack  mientras leía su libro, y es que este es tan visual como sonoro ¡difícil no imaginarse a un Bing Crosby como Gonzalo  o Ray Milland como Julio, mientras suena de fondo Mrs Bojangles de Sammy Davis Junior! ¿Qué significa la música en su obra José, y en su vida? ¿Y el cine, qué papel juega? puestos ya a cotillear ¿Usted también ha imaginado su novela en la pantalla grande?

                Me entusiasma el modo de vida de aquel grupo singular en el que el exceso y la desmedida era su propia naturaleza después de una época existencialista muy marcada por la segunda guerra mundial. ¡Qué nostalgia del Rat Pack. Se entraba en una época postexistencialista, nada introspectiva. Importaba reafirmar el entorno, salir de sí mismos, “extrovertirse”. Por ello resultaba tan visual y sonoro su espectáculo.  Y su vida sobre la raya roja.
                La música da mucho sentido a la propia vida. Para mí ha resultado fundamental. Desde muy niño en mi casa me enviaban a estudiar solfeo para tocar en la banda y que no estuviera solamente  en la calle despellejándome las rodillas jugando a las canicas. La clásica me fue llevando al jazz, pasando por el blues. En ella encuentro expresión para casi todo. Me acompañó no solo en el proceso creativo de la novela, sino que formó parte de ella. Recuerdo un relato que publiqué una vez en el blog de una comunidad literaria, en la que se establecía una comunicación entre dos personajes a través de canciones. Se hablaban con la música para trasmitir lo que sentían. Algo parecido he intentado en la novela como manifestación del sentimiento que embarga a los personajes en cada situación. En este caso la interrelación es entre personaje y lector.
                El cine me importa como relato a través de la imagen. La imagen es la identificación del sueño. Acorta el proceso de la palabra. Creo que en esto, los grandes maestros del cine ya han dicho casi todo. Lo novedoso ahora son los medios.
                No veo en el cine la historia de los protagonistas de la novela, y aunque es bastante visual. No había pensado en ello hasta que usted lo ha insinuado.


No menos importante son los viajes, y eso, para unos Troteros como somos los de este blog, es un bombón ¿Qué lugar del mundo le gustaría visitar y plasmar en una novela? ¿Hay algún rincón del planeta al que no iría nunca, sea cual sea la razón?

                Los viajes y los lugares han condicionado mucho la novela. Incluso pretendía que adquirieran protagonismo e influyeran en la vida de unos personajes siempre en movimiento. No se puede escribir sobre lo que no se conoce, lo que me ha obligado a viajar a los escenarios de la trama:  Nueva York, Estocolmo, Lisboa, Viena, Berlin, Beirut, El Cairo, Tel Aviv, Roma, Londres y Madrid y Barcelona como eje de la novela.
                No hay rincón del mundo al que no fuera. Mi sueño en este momento es escribir una historia de relaciones tormentosas de dos parejas en situaciones críticas cruzando el cabo de hornos.  Si hay que ir, se va, aunque sea con el Google Maps.


El fiel torcido de la Balanza, título tan sorprendente como lo es la propia novela. Misterio, intriga, pecados, vicios, ambiciones, personajes enmarañados y otros desmadejados, acción, traición y pasión. Y podría seguir. Pero no podemos ni debemos desvelar nada más, así como hay que pasar por ciertas situaciones para saber lo que sienten los afectados, de igual manera hay que leer su novela para sentirse como lo hacemos la que ya la hemos leído.  Pero algo me dice que pronto veremos a un nuevo vástago suyo en el mercado, conozco su efervescente mente creadora y sé que no está quieta mucho tiempo ¿Con qué nos va a sorprender la próxima vez, literariamente hablando? ¿Qué se cuece en esa cabeza suya, José?

                Estoy en el siglo XIX. No es una novela histórica, pero sí intenta recrear el ambiente de la época en un lugar concreto, incluso el lenguaje. Más no debo decirle. Para estas cosas soy supersticioso y las musas muy celosas de sus secretos.


Muchas gracias por su tiempo y su compañía. Ha sido un placer inmenso, en mi caso, no el conocerle, pero si el reencontrarme con usted y disfrutar de nuevo, y esta vez a lo grande, con sus letras. Mucha suerte con su trabajo y que esta novela, El fiel torcido de la balanza, no sea más que el Preludio de otras muchas que están por venir. Gracias.

                El placer del reencuentro ha sido mutuo, y mejor todavía, aderezado con esta copa de agua de Valencia mientras suena “Preludio a un beso”. Todo un detalle. Va por los troteros. Muchas gracias y hasta pronto.




Una entrevista de Yolanda T. Villar

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4 comentarios:

  1. reludio siempre ha sido un gran escritor, atrás quedan aquellos comienzos literarios, tímidos y pausados en aquellas arenas que tantos y tan buenos escritores está dando (te incluyo, gato, bueno, os incluyo a ambos, tu frescura y creatividad frente a la elegancia y clasicismo del Caballero) y ver ahora a todos estos amigos y compañeros destacando por sus letras en el complicado mundo literario es todo un orgullo.
    Enhorabuena a Preludio y a ti, dulce Willow.

    Un abrazo
    M.J.

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    1. Somos tantos los que empezamos juntos, y ver como crecemos y lo seguimos haciendo juntos, es un honor y una satisfacción enorme. Veo que de aquel lugar guardamos muchos aún un buen recuerdo.

      Un abrazo

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  2. Tengo la suerte de ser vuestra miga, pero no por ello os iba a alabar si no fuera cierto que ambos sois inteligentes y buenos en vuestro quehacer, sabéis que no soy amiga de los halagos porque si y por quedar bien. A los dos os admiro porque ambos sabéis poner las letras, las palabras en su sitio justo. Preguntas hechas a conciencia para sacar de lo más profundo los entresijos de la novela y del entrevistado. Respuestas acordes con las preguntas. Nada decepciona al leeros. Una entrevista bordada, me ha encantado y emocionado leeros. Besos
    Bárbara.

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    1. A mi me emociona ver y leer como una gran escritora a la que admiro tanto como quiero, tiene palabras tan hermosas y sentidas para nosotros. José es un gran escritor, ha sido fabuloso trabajar con él y solo puedo decir que yo si tengo la suerte de contar con unos amigos tan buenos dentro, como fuera de las letras.

      Este Gato emocionado te manda besos por doquier!

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