jueves, 31 de julio de 2014

Sueño de una noche de verano. Festival de Teatro Clásico de Olite


En ocasiones nos preguntamos acerca de qué es eso que algunos llaman Destino. Dicen los que en él creen, que el futuro de los hombres está escrito, y que por mucho que se haga, nada podrá impedir que se cumpla lo comprometido. Sin embargo, a veces ese destino, por las vueltas que nos hace dar, parece que se haya escrito de corridas, o que se esté escribiendo en el mismo momento en el que suceden las cosas, como si el encargado de transcribirlo improvisase en ese instante la mejor solución para nuestro día a día. Llegados a este punto, surge una duda. ¿Quién es ese escritor, quién escribe el Destino de los hombres a voluntad?


Las noches de verano en Olite no son como las que uno imagina: se les llama de verano porque transcurren en esa época del año, pero al menos en la antigua residencia de los Reyes de Navarra, el verano viene a ser un otoño convencional, en cuyas horas de luna bajan las temperaturas y el viento del norte se entretiene  jugando a colarse entre los muros del Castillo-Palacio. No es normal que a finales del mes de julio el público se deje ver con cazadoras y mantas, pero ya reza el dicho: ande yo caliente,... ¿Qué sería del Festival de Olite sin esas noches tan características? Yo las prefiero, pues es una más de las muchas señas que identifican las mágicas veladas en las que Olite se viste de Teatro. ¡Por muchos años tengamos que seguir llevando abrigos!


Representar El sueño de una noche de verano de Shakespeare debe suponer para cualquier actor una gran responsabilidad por tratarse de una de la obras más representadas en los últimos años. Si a ello se sumamos que no eres un actor profesional, sino que formas parte de un Taller de Teatro de una pequeña ciudad navarra, la presión sostenida no tiene que ser menuda. Sin embargo, cuando ofreces lo mejor de tí mismo, cuando sientes lo que haces y te crees el personaje que representas, nada podrá frenarte y el nivel que ofreces al espectador en nada desmerece al de una propuesta profesional. Es la grandeza de las tablas, que no entienden de reconocimientos previos sino que juzgan en el momento de forma implacable.


El martes, en el escenario de La Cava, el Rey Oberón y su esposa, la Reina Titania, señores del reino de las Hadas, volvieron a hacer de las suyas y el destino de los humanos, una vez más, fue el que a sus voluntades les apeteció. Al mismo tiempo, se tejen dos historias más: la de los duques que están a punto de celebrar su boda, y la de una compañía de actorzuelos de tercera que deben actuar en dicha boda. Amores confundidos, desamores, conjuros y encantamientos... Y en mitad de todo ello, el duendecillo Puck, el más astuto de los sirvientes de Oberón, que ejecuta las órdenes de su amo sin el acierto deseado, dando lugar a una trama vertiginosa y cambiante que no le concede al espectador un sólo segundo de respiro.


El grupo que conforma el Taller de Teatro de Kilkarrak, procedentes de Estella, consiguieron un alto nivel interpretativo durante los ciento diez minutos que duró el espectáculo. Además, gracias a la colaboración del Grupo Instrumental Klof, consiguieron enfantizar de un modo original y sencillo, siempre visible, las diferentes situaciones que se daban a medida que iba avanzando la obra. La pasión con la que se entregaron y el amor que derrocharon hacia el texto que interpretan consiguió hacer olvidar al espectador su condición amateur, así lo confirmó el extenso aplauso final que recibieron del público.
Al final de la obra, queda la sensación de lo poco que quizá significan nuestros propios actos, de la incertidumbre que genera pensar que, quién sabe, quizá nuestro Destino únicamente dependa del aburrimiento de un algo por encima de nosotros, o de las ganas de enredar que ese algo tenga. Somos, por tanto, esclavos de su voluntad y no nos queda otra que aguardar sus caprichos, y que éstos nos favorezcan. Y si no, al menos que nos perjudiquen lo menos posible. O, llegado el caso, si salimos trasquilados, que tengan a mano ese líquido milagroso que vierten sobre nosotros cuando dormimos, que no recordemos nada ni nada nos afecte de lo pasado, para hacer borrón y cuenta nueva si se les va la mano.



EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO de William Shakespeare

DIRECCIÓN 
Ion Barbarin
 
REPARTO 
Raúl Urriza 
Rakel Sampedro 
Pedro Echávarri 
Elsa Preciado 
Pablo Lisarri 
Angel Hervás 
Yolanda García 
Cristina Lisarri 
Javier Hernández 
Ander Osés 
Paola López 
Carlos García 
Judith López 
Barbara Zabalegui 
Lucia Echávarri 
Natalia Lisarri

COMPAÑÍA
Taller de Teatro Kilkarrak


Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

miércoles, 30 de julio de 2014

Fuenteovejuna. Festival de Teatro Clásico de Olite

En la vida, ante nosotros surgen mil y un problemas a los que debemos hacer frente en nuestro día a día. Algunos de escasa importancia, otros que pueden condicionar nuestro futuro según la decisión que estimemos como más oportuna. Existen muchos que, de tan complejos, engloban a muchas más personas de nuestro entorno u no únicamente a nosotros. ¿Cómo resolverlos entonces? A diferencia de otros pueblos, el español se ha caracterizado por la división frente a los problemas, por buscar cada uno por su lado la solución a la parte que le afecta. ¿Qué sería de nosotros si nos enfrentásemos a los problemas de una manera unida?



Lope de Vega, autor del clásico representado el pasado lunes en el escenario de La Cava de Olite, se valió de los hechos reales que sucedieron en el pueblo cordobés del mismo nombre para crear un drama de tal envergadura que aún hoy utilizamos su nombre como coletilla a modo de unión entre varias personas: Fuenteovejuna ¡Todos a una! En el se narra la historia de cómo el Comendador Fernán Gómez, bajo cuyo mando se encuentra el pueblo de Fuenteovejuna, se sirve de su poder para abusar de Laurencia, una joven prometida con un muchacho del pueblo llamado Frondoso. Tras regresar al pueblo malherida y mancillada, las gentes deciden vengarse del Comendador, y llevados por la irá y el deseo de justicia frente al abuso de poder, cercan la casa de Fernán Gómez y lo asesinan sin compasión. Tiempo después, los Reyes Católicos, que en esos momentos se encuentran batallando contra Juana la Beltraneja por los derechos sucesiorios sobre Castilla, enterados de lo sucedido, ordenan investigar lo ocurrido. Interrogado el pueblo, nada se sabe del asesino del Comendador, pues todos los consultados, castigados con tormento para sacarles la verdad, tan sólo aciertan a responder: Fuenteovejuna lo hizo.

En esta ocasión, es la compañía José Estruch-Resad la encargada de dar vida a los personajes del Fénix de los Ingenios. Con un nutrido grupo de actores y un escenario que recrea con original acierto el paisaje cordobés, la obra avanza con buen ritmo, respetando con fidelidad la rima de Lope y apenas alterando el texto original, lo cual es de agradecer para sumergir al público en el Siglo de Oro. El reparto brilla como brilla el pueblo de  Fuenteovejuna, por formar un equipo fuerte y asociado, y sabe transmitir las emociones del amor, el odio, el deseo, la venganza,... al patio de butacas.

Fuenteovejuna es la muestra inequívoca que certifica el escaso apego de los españoles por la cultura y los valores que ésta puede transmitir. Sólo así se entiende que cuatrocientos años después, con innumerables puestas en escena de esta obra a lo largo de los siglos, aún hoy sigamos viviendo en ese aldeanismo egoísta, identitario y egocéntrico que no ve en el vecino apoyo sino peligro y desconfianza en lugar de un aliado que suma para, juntos, salir victoriosos de las contiendas a las que hayan de enfrentarse, sea incluso la palabra real, divina o el destino mismo.



FUENTEOVEJUNA
Lope de Vega

DIRECCIÓN
Pedro Casas

COMPAÑÍA
José Estruch - Resad

REPARTO
Ricardo Reva
Víctor Coso
Luis Sorolla
Salvador Bosch
Christian Vázquez
Iván Serrano
Alejandro Mendicutti
Alejandro Pau
María Llinares
Marta Cobos
Guillermo Muñoz
Paula Iwasaki
Cristina Bucero
Jesús Gago
Alberte Viveiro
Irene Calabuig


Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

martes, 29 de julio de 2014

Los Mácbez. Festival de Teatro Clásico de Olite


Si Shakespeare viviese en la actualidad, es más que probable que no le llamase la atención la vida y las miserias de los reyes, hoy de capa caída, si no que fijaría su mirada astuta en los nuevos hombres que ostentan el poder, los líderes de los partidos políticos que, envueltos en la bandera de la democracia, siguen haciendo de su voluntad ley, caiga quien caiga. El mayor problema que se encuentran es que muchos aspirantes a líder tienen que aguardar su turno, y cuando les llega, deben librar batallas intestinas intramuros para alzarse con el mando. Sólo puede quedar uno.
 
  
La noche del pasado sábado en Olite resultó agradable hasta que un incómodo viento del norte quiso hacer acto de presencia. Los asisitentes, que llenaban el aforo al completo, pronto  hicieron uso de las chaquetas que la tradición aconseja cuando de acudir al Festival de Teatro Clásico de Olite (y ya van quince años), se habla.
Se representaba una adaptación libre del más importante dramaturgo inglés de todos los tiempos: William Shakespeare. En este caso, la función llevaba por título una suerte de spanglish que se leía: Los Mácbez. En ella, en lugar de introducirnos en la corte de un rey europeo, el director Andrés Lima nos conduce hasta las entrañas más repulsivas y sanguinolentas del partido político que gobierna en Galicia desde hace varios años en una realidad alternativa (o no). Del mismo modo que en el original shakespeareano, nos encontramos ante un deseo exacerbado de conseguir el poder, sea como sea, pasando por encima de quien haya que pasar recurriendo a la barbarie más primitiva si el rival a batir se acierta tan peligroso como para apartarnos de conseguir el objetivo marcado.



El actual líder del partido es un anciano cansado, cuyo retiro se palpa inminente pero no termina de llegar. Es un hombre acostumbrado al agasajo y a la sumisión de cuantos le rodean. Hace y deshace a su antojo y gobierna colocando en los puestos de responsabilidad a amigos y familiares próximos. Mácbez, quién al principio de la obra es nombrado vicepresidente, es un hombre que ansía llegar a lo más alto dentro del partido. Desea el poder, pero aguarda su turno permaneciendo sigiloso y a la espera. Sin embargo, su mujer, si acaso más devota de ostentar ese liderazgo, le anima y le azuza para que Mácbez emprenda el camino hacia su propio destino antes de que éste llegue a él de forma natural. Es así cómo se inicia una orgía de sangre en la que la falta de escrúpulos y la ceguera que produce la obsesión por mantenerse en lo más alto del partido conducirá a los protagonistas al caos y a la locura.

Los siete actores que componen el elenco interpretativo realizan un trabajo solvente y creíble, dando vida algunos de ellos a varios personajes. Tiran de la taquilla los dos actores protagonistas: Javier Gutíerrez, conocido por el gran público por su papel en la exitosa serie de TVE Águila Roja, y Carmen Machi, cuya fama en TV no le va a la zaga y que además cuenta en Olite con una valoración muy especial tras su soberbia actuación hace dos años en el mismo escenario de La Cava interpretando a Helena de Troya en Juicio a una zorra.
La historia nos dice que el hombre es el peor enemigo de sí mismo, y que su codicia, si no es controlada con templanza y se la deja hacer con libertad, puede generar consecuencias imprevisibles. Es por ello que se necesita conculcar los valore adecuados para evitarlas, y acudir al teatro, ese mágico lugar en el que, además de entretener, se muestran las miserias humanas de un modo accesible a todo el mundo, es uno de los modos más eficaces para combatirlas y ganar la batalla.


LOS MÁCBEZ
Adaptación de MACBETH, de William Shakespeare

DIRECCIÓN
Andrés Lima

REPARTO
Chema Adeva 
Javier Gutiérrez
Carmen Machi
Rebeca Montero
Rulo Pardo

PRODUCCIÓN
Centro Dramático Nacional



Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

domingo, 27 de julio de 2014

EN UN LUGAR DEL QUIJOTE. FESTIVAL DE TEATRO CLÁSICO DE OLITE


En el patio de butacas bullía el gentío. Se comentaba, se decía, se bromeaba y aguardaba con paciencia. Los acomodadores no daban abasto. Subían y bajaban escaleras, indicando asientos concretos con precisión robótica. La obra estaba anunciada para las diez y media de la noche, y llevábamos veinte minutos de retraso. Más al público poco le importó: las tablas aguardaban a los Ron Lalá, las gradas les esperaban con quijotesca devoción, los ronlaleros son la Dulcinea de cientos de espectadores que acuden a su encuentro dispuestos a batirse contra los elementos si es preciso tan sólo por mirarla.


Debido a unos problemas técnicos en el espectáculo de luces LUCEM, DIEM, FESTUM que se proyectaba sobre la fachada principal del Parador de Olite (que era la antesala a la función de ayer viernes en el escenario de La Cava), Alonso Quijano apareció en escena con casi media hora de retraso. A decir verdad, quién principió saliendo al escenario fue Don Miguel de Cervantes, debatiendo consigo mismo acerca de su máxima creación, cumbre de la literatura universal y fuente eterna de inspiración: Don Quijote de la Mancha.
Sobre un paisaje accidentado de libros, y con un horizonte de legajos suspendidos en el tiempo y el espacio a modo de colllage, descubrimos la figura del escritor, quizá no tan triste como la de su afamado hijo literario, pero sí tan ajada como la de un genio español que gusta distinguirse del resto y combatir el mundo mediante el uso de su intelecto en cualquier era. Y es que pensar, en España, de costumbre ha resultado ser cosa mal vista, y quien lo ha intentado, si ha sido a su albedrío, ha salido mal parado, castigado, condenado e incluso quemado.


El manco de Lepanto, de quién se dice que era tal por mor de cobrar un pecunio como lisiado de guerra, nos introduce en la novela y da paso a DYon Quijote y Sancho al pedirle a unos amigos que se introduzcan en la trama para que ayuden a su héroe a salir airoso de las desventuras en las que encaya. Y así, con un ritmo frenético sin apenas descanso, los ronlaleros narran gracias a un guión alegre y dinámico varios de los momentos clave que sirven para ilustrar las andanzas del Caballero de la Triste Figura, que no por ser por todos conocidos deja de sorprender y levantar, aún hoy, admiración y reflexión en el espectador.
El trabajo de los Ron Lalá una vez más, es magistral. Su talento desbordante para emprender cualquier tipo de reto que se les presente, incluso la complicadísima empresa de teatralizar la Novela de novelas, se manifiesta durante los noventa minutos de duración de la función. Tal es así que, entre los cinco, dan vida a dos docenas de personajes sin despeinarse. Yayo Cáceres realiza desde la dirección un estupendo trabajo para concretar una obra inmensa, y lo hace a sabiendas de la tarea encomendada por la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Es por ello que cuida hasta el último detalle, demostrando un respeto total hacia la más formidable de las novelas de caballería.
  Nos encontramos, por tanto, ante uno de los montajes más recomendables del año, tanto por la calidad de los intérpretes como por lo universal del contenido, pues si bien han pasado ya más de 400 años desde que un viejo loco se estampó junto a su rocín flaco contra unos molinos de viento que parecían gigantes, hoy seguimos viendo gigantes donde no los hay y los molinos, de antiguo moldeados como Sancho Panza, hoy, de tan enjutos, siguen peinando el horizonte cual Quijotes obnubilados.
Ahora más que nunca, en unos tiempos oscuros, necesitados de referentes, sigamos la senda que un loco abrió a lo largo y ancho de las tierras de Castilla. Continuemos, pues, cabalgando con ese toque de locura necesaria para emprender nuevas aventuras, pues  en ella radica también la libertad que tanto ansiamos y a la que no somos capaces de llegar por miedo a ser tildados de Quijotes. Y ya puestos, hagámoslo desde la irreverencia ronlalera, pues seremos locos, pero con talento.






Título
EN UN LUGAR DEL QUIJOTE

 Compañía
RON LALÁ

ACTORES
Juan Cañas
Íñigo Echevarría
Miguel Magdalena
Daniel Rovalher 
Álvaro Tato

DIRECCIÓN
Yayo Cáceres

COPRODUCCIÓN
Ron Lalá y Compañía Nacional de Teatro Clásico


http://ronlalaweb.blogspot.com.es/  





Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

martes, 22 de julio de 2014

El pleito de Areúsa. Festival de Teatro Clásico de Olite 2014

El Festival de Teatro Clásico de Olite inició ayer el primero de sus lunes con la puesta en escena de una obra desconocida pero vibrante: El pleito de Areusa, o gallina vieja hace buen caldo.
De la mano de Limboescena y La Nave Producciones Teatrales, nos encontramos ante un texto anónimo en la composición, pero firmado del siguiente modo: L..e.. V.g.a. ¿Pudiera ser Lope de Vega? Nada se sabe aún, pues el libreto, encontrado en una vieja casa recién heredada por un anciano profesor, está escrito en prosa y ya se sabe que el Fénix de los Ingenios, si por algo lo era, no es sino por su audacia en el uso de la rima.


Bajo la dirección de Miguel Munárriz, el cuarteto de actores que dan vida a los personajes recrean un juicio en el que se juzga a dos mujeres, Areúsa y Elicia, a las que se acusa de robar unas gallinas en el huerto de Calixto.
Los actores cubren con holgura el desafío de sus personajes, sobre todo Ángel García, que da vida a varios de ellos muy dispares con soltura y buen hacer. Sorprende que Ricardo Romanos, que da vida al alcaide Don Pero, se mueve durante toda la obra con un grueso de hojas que el espectador intuye como el libreto de la obra por sus constantes miradas y repasos. Quizá sea cuestión requerida por dirección, pero la sensación en el paladar del público es ligeramente agridulce. 


Pero volvamos al texto. El alcaide Don Pero va subiendo al estrado a los diferentes testigos vinculados con el suceso: el supuesto dueño de las gallinas usurpadas, Calixto; un cura judío, un ciego mirón...; además de Melibea, una dama de alto linaje ante quien todo el mundo se postra, incluída la justicia representada en Don Pero... Y es que mucho tendría que cambiar este país para que las obras teatrales del Siglo de Oro, a pesar de las centurias que las contemplan, no sirviesen como fiel reflejo de la sociedad actual, adaptándose como un guante a las formas y los modos de hoy en el vivir, en el sobrevivir y el malvivir. Y que donde entonces había una Melibea, hoy tengamos una Cristina... Que donde antes hubo ciegos mirones, hoy encontramos sordos que todo lo oyen.... Que donde en su día hubo curas judíos, hoy... eso  no ha cambiado.


En definitiva, una obra que busca reflejar la condición humana española, en donde nada es lo que parece, todo el mundo finge lo que no es para ocultar sus miserias y mostrar sus sueños de grandeza como una realidad. Una sociedad que encuentra en sus habitantes de más baja estofa, putas y ladrones, la cordura y la sensatez que algún día, a saber cuándo, se perdió en la noche de los tiempos ibéricos.



                      EL PLEITO DE AREUSA,  o gallina vieja hace buen caldo
                                                                Autor 
                                                            L..e.. V..ga.
                                                              Director
                                                    MIGUEL MUNÁRRIZ
                                                            Intérpretes
RICARDOR ROMANOS, MARTA JUÁNIZ, VIRGINIA CERVERA, ÁNGEL GARCÍA


                                                              Compañía
                     LA NAVE PRODUCCIONES TEATRALES Y LIMBOESCENA




                                            Redacción y Fotografía:
                                             Santiago Navascués

                                 ©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

miércoles, 16 de julio de 2014

EL SECRETO DEL DOCTOR VANDESTACK de Vicente Murria



Es una suerte para un gato, contar con siete vidas. Yo espero no haber malgastado las mías, es más, espero que aún me queden muchas, o al menos, las que me queden que las pueda disfrutar y saborear como si fueran la última. No sé si son recuerdos de una vida pasada, o tan solo ensoñaciones vagas de una mente gatuna que lee demasiado si es que eso es posible pero de vez en cuando vienen a mí, entre sombras, como en una azarosa duermevela, imágenes  de una vieja casa, oscura y con un fuerte olor a incienso. En ella hay un gran sofá de terciopelo rojo, algo descolorido por estar situado bajo una ventana a la que siempre da el sol, la única luz que entre en esa casa; me veo a mi mismo allí tumbado, pero lejos de dormir mis orejas se mueven nerviosas y mis pupilas se dilatan sobremanera buscando claridad entre tanta penumbra.

Una mesa camilla aparece frente a mí. Allí sentada vislumbro a una mujer baja, algo rechoncha, con grandes ojos redondos, muy claros y saltones. Va vestida de negro y lleva el pelo recogido en unas trenzas sobre su cabeza. A su lado hay un hombre alto, altísimo, con el pelo largo y lacio, como su barba, y negro, negro como ala  de cuervo, como sus ojos. Entre ellos hablan en ruso. Otro hombre llega y se une a ellos alrededor de la mesa. Parece haber salido de un tratado del siglo XVIII, sus ropas y su aspecto le confieren cien años más que a los otros dos compañeros de mesa; es algo más mayor que ellos, su pelo es blanco y recogido en una coleta, bien mirado, parece una de esas pelucas que lucen jueces y magistrados en las películas…un escalofrío recorre mi cuerpo erizando mi pelaje al observar a los tres allí sentados.

Pero entonces llega otra mujer y se une al trío de la mesa camilla. También viste de negro, es más mayor que la primera, pero mucho más alta y bastante más delgada, sin embargo, sus ojos son igual de claros y profundos que los de la primera; su piel es blanquecina, su cabello claro, recogido en un moño, sus dedos largos y finos, los dedos más largos y finos que he visto nunca, como sus labios, que se asemejan más a un rictus, que a una sonrisa.

Ahora que mis ojos se ha adaptado perfectamente a la penumbra no tengo ya ninguna duda de quienes son, los he visto anteriormente en esta sala, alrededor de esa mesa. Blavastky, Rasputín, Cagliostro y Leanora Piper…ya llegan los muertos, oigo sus lamentos, almas en pena buscando respuestas que no encontrarán porque la muerte en sí, no admite preguntas y menos aún da explicaciones. Los congregados alrededor de la mesa comienzan a llamar a los muertos, estos empiezan a llegar,  y este Gato ¡eriza su lomo y se prepara para marchar!

¡Vaya! me dormí. Y entre mis zarpas, un libro de portada morada. Ahora recuerdo. Leía a Vicente Murria, El Secreto del Doctor Vandestack ¿Entonces he soñado lo que creí un recuerdo de una vida pasada?

¿Seguro que fue sueño?...


Son muchas las sensaciones que despierta la novela de Vicente Murria, yo diría que tantas sensaciones como lectores, pues resulta fácil identificarse con alguno de los personajes, o al menos, reconocer en ellos a alguien con el que hemos topado alguna vez en nuestra vida. En El secreto del doctor Vandestack, como en las cornisas del purgatorio de Dante, el protagonista se encuentra con grandes pecados de la humanidad, pero en este caso, es el mismísimo Vandestack quien ejerce de pecador, redentor, alumno y maestro. Pero al igual que Alighieri, también necesita su Virgilio, su guía.

Rafael García Doreste, conocido como Doctor Vandestack, famoso hipnotizador y prestidigitador, ha conseguido prestigio y renombre gracias a sus innovadoras y efectivas terapias hipnóticas, puestas al servicio de la sanación física y mental; su programa de televisión es todo un éxito, su fama se extiende por todos los rincones del país, no hay famoso, político, ni evento que se precie que no cuente con Rafael como invitado estrella. A pesar de los detractores, la efectividad de sus terapias es tal, que pocos se atreverían a intentar desprestigiarle sin salir escaldados. Pocos, pero poderosos. La ambición de Vandestack por ser el mejor e indiscutible hipnotizador, se topa de frente con la ambición de las grandes farmacéuticas y tabacaleras que ven peligrar su poder y riqueza conseguida a través del dolor ajeno y la debilidad humana. Avariciosos, egoístas, crueles, tramposos, mentirosos y sobre todo cobardes, un muestrario de personajes pululan alrededor de Rafael como los pecadores esperan en las cornisas de un purgatorio, que no es otro que el cruel mundo de los negocios y el poder.

Empieza entonces un juego inmisericorde, en el que todos  parecen ser piezas de un ajedrez que luchan por hacer jaque mate a un Rey destronado, pero ¿Y si fuera el rey sin corona el que ganara la partida final? peligroso juego es este cuando hay tantos Egos en el tablero.
Rafael viajará en busca de respuestas hasta Meesburg, Alemania, siguiendo los pasos y enseñanzas del Doctor Mesmer, con quien cree encontrarse conectado más allá de lo terrenal; pero será Helmut Wernicke, un anciano en sus últimos momentos de vida, quien se convertirá en su Virgilio, conduciéndole hasta un Destino…inesperado.

Vicente Murria nos demuestra ser un escritor todoterreno, capaz de conducirnos novela a novela, por las debilidades, pasiones, temores y sueños del ser humano, y con El secreto del doctor Vandestack, nos lleva incluso hasta los rincones más recónditos de la mente y del alma.

Si Aristóteles afirmaba que el hombre era un ser político, es decir, social, Murria nos presenta el dilema del ser apolítico, aquel que necesitándolo, no sabe vivir felizmente en sociedad…




EL SECRETO DEL DOCTOR VANDESTACK

 Vicente Murria

Brosquil Ediciones


ISBN: 978-84-9795-567-6


Una Reseña de Yolanda T. Villar

©TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

viernes, 11 de julio de 2014

EL GATO TROTERO EN ESTELLA, LA CIUDAD DEL EGA TERCERA PARTE


Salva de honor al verdadero rey Don Carlos


¡Decir guerra era poco! ¡El cielo cayéndose a pedazos, un mar de truenos rasgando el silencio, el apocalipsis!

Javier salió corriendo del Museo y lo perdí de vista mientras gritaba:

-¡Estoy aquí, reconquistemos el Trono!

Cuando salí a la calle, varias mujeres se asomaban por las ventanas de sus casas buscando el origen de los cañonazos. Decenas de hombres corrían alborotados cargando con viejos fusiles hacia el puente Picudo, donde se estaban haciendo fuertes bajo las órdenes de un oficial. Al otro lado del río, las baterías de los sitiadores seguían disparando.

Decidí que debía salir de allí y ponerme a cubierto, y nada mejor para evitar una desgracia gatuna que tratar de llegar hasta las posiciones de quien disparaba. De ese modo, recorrí la distancia que separaba el puente de la Iglesia del Santo Sepulcro, el lugar elegido por el enemigo para bombardear la ciudad.


 Mando Liberal


Zumalacárregui, el Tigre de las Améscoas

Junto a la puerta de la Iglesia encontré a un ejército de hombres bien pertrechados, todos ellos tocados con una boina roja que los identificaba con facilidad. Eran los soldados carlistas, que se apostaban a las afueras de Estella para tomar la ciudad y sacar de sus muros a los liberales, sus enemigos.

Un grupo de soldados, mientras aguardaban las órdenes de sus superiores, charlaba sin atender mi presencia junto a ellos:

-¡Tomar la ciudad no será fácil, los liberales cuentan con buen armamento francés, y además conocen bien las calles…. El Tigre de las Améscoas debería medir bien nuestros pasos si no nos quiere enviar a una muerte segura…

Carlistas a las afueras de la ciudad del Ega

-¡No tengas miedo, Zacarías, precisamente porque tenemos de nuestro lado al Tigre, al Tío Tomás, no deberías temer nada… ¡Nos conducirá a la victoria y derrotaremos a esos malnacidos!

Hablaba con gesto emocionado un guerrillero casi anciano. No sé qué hacía allí, pero sus más de setenta años, a juzgar por su aspecto, no indicaban que un frente de guerra fuese el mejor lugar para un hombre como él. Sin embargo, y a juzgar por su mirada, era bien seguro que se sentía joven al verse rodeado de jóvenes, que en su fuero interno esa sensación de sentirse válido, y de formar parte de un batallón a punto de tomar una ciudad a las armas, le rejuvenecía de una manera extraordinaria. Mi cabeza felina no acertada a encontrar si no otra explicación…

Los cañones bombardean la ciudad


En el frente, no se entiende de diferencia de sexos


A nuestro lado llegaron varios hombres a caballo. De entre todos ellos, uno destacaba sobre los demás por lo singular de su rostro. De inmediato recordé que había visto esa cara en el Museo del Carlismo en uno de aquellos cuadros de grandes generales, pero no discernía con exactitud de quién se trataba.

-¡Viva Zumalacárregui! – comenzaron a vocear los soldados al paso del general.

-¡Viva el Tigre de las Améscoas! – insistían otros tratando de insuflarse ánimo antes de emprender la toma de la ciudad.

El general, junto al resto de líderes militares que lo acompañaban, observaba la ciudad de Estella con avidez, y sin dejar de estudiarla, hablaba en un tono sostenido mientras indicaba con varios gestos de sus manos los lugares por donde deseaba que sus tropas iniciasen la ofensiva.

Las baterías, cada vez más cerca de Estella

 Los liberales aguardan con tensión la llegada de los carlistas

Unos minutos después, y mientras los cañones seguían bombardeando el interior de la ciudad, los carlistas iniciaron el asalto del puente Picudo, lugar elegido por los defensores para frenar con sus propias vidas la entrada de los tradicionalistas.

La batalla fue larga y cruenta. Sobre el puente, tras un intenso intercambio de disparos, los liberales entregaron las vidas de sus mejores hombres de vanguardia. El avance carlista, con el apoyo de los cañones, fue inevitable. A pesar de que aguantaron heroicamente durante algo más de una hora el asedio, decidieron retirarse al interior de la ciudad y esperar al enemigo escondidos en los edificios más altos, desde donde pretendían sorprenderlos y diezmar sus tropas.

La defensa del Puente Picudo

 Se acercan los carlistas...

Dos horas después, tras mantener continuos enfrentamientos en distintas calles, unas decenas de liberales se hicieron fuertes en el Ayuntamiento. Desde allí, símbolo de la libertad y de la voluntad popular, disparaban a los carlistas en un intento desesperado por mantener la ciudad de su lado. Sin embargo, el ejército tradicionalista, a pesar de las consecuentes bajas que había sufrido, seguía siendo mucho más numeroso y su líder, Zumalacárregui, pronto ordenó detener el fuego para parlamentar con los liberales, tratando de buscar una rendición de los ocupantes del consistorio. Ante la negativa de éstos, decidió acabar de una manera rápida. Colocó a sus hombres frente al ayuntamiento, ordenó que los cañones apuntasen hacia el emblemático edificio, y cuando a punto estaba de dispararlos, los liberales salieron corriendo de él, unos enfrentándose sin fortuna a las tropas asaltantes, y los menos buscando la salida de la ciudad remontando el río Ega.

                                Ya han tomado el puente... la resistencia se complica
 Se retiran a defender el Ayuntamiento
Los carlistas habían conquistado al fin Estella, y los soldados lo celebraron cantando:

-¡Por Dios, por la Patria y el Rey, Lucharemos todos juntos, Por Dios, por la Patria y el Rey, Lucharemos nosotros también!

A las tres de la tarde, con un sol de justicia cayendo inmisericorde sobre la ciudad del Ega, decidí regresar al albergue de peregrinos en busca de Javier. ¿Qué había sido de él? Cuando llegué a la plaza de San Martín, encontré la última sopresa: Los soldados carlistas y los soldados liberales, los que habían caído en combate y los que habían conseguido sobrevivir, comían hermanados en torno a una misma y vasta mesa. Juntos reían y contaban los recuerdos de la mañana, lo divertido de la recreación de la batalla, el buen ambiente que se había generado, la camaradería que generaba unificar la cultura y la historia de los pueblos con el turismo de calidad.
 La última carga desesperada de los liberales

El ejército carlista apagando el ímpetu del progreso


¡Así que era eso!, me dije. Todo había sido fingido por un grupo de hombres y mujeres perfectamente vestidos e instruidos para simular una batalla sin cuartel… A decir verdad, preferí que así fuese, pues si algo aprendí de todo aquello es que la sangre no resuelve los problemas, y que sólo genera tristeza en las familias de los que mueren, y dolor perpetuo en los que sobreviven. Yo, que soy gato de paz y disfruto con todas las gentes, no comprendo cómo es posible que el Hombre, que se dice por encima de las bestias, se comporta con sus semejantes peor que éstas…. Por eso rechazo las guerras, la violencia y cualquier acto que implique el derramamiento de sangre para imponer una visión del mundo, sea el que sea. Pensé en Javier, y en su deseo de reconquistar su trono… Creo que aquel hombre, abrazado a un ideal quizá justo, en lo más hondo de su corazón, también reniega de ese trono que tanto anhela si el modo de conseguirlo es a través de las armas. Quizá por eso se disipó aquella mañana en la ciudad…
Zumalacárregui entra en Estella


Mujer carlista

Allí me quedé a comer con ellos. Una amable combatiente, a la que en la mañana había visto entre los carlistas sacando brillo a sus pistolas, me ofreció una enorme sardina asada, fresca y recién hecha. Después de una jornada tan intensa como aquella, nada mejor que un buen bocado de tierno pescado para apaciguar las emociones y recomponer las fuerzas que iba a necesitar para abandonar Estella y proseguir mi camino. Atrás quedaría una ciudad que me engatusó y que juré volver a pisar con más detenimiento en otra ocasión. Estella me debía una visita en tiempos de paz y la tendría. Y a buen seguro, no tardaría en llegar.
  
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Redacción y Fotografía:
Santiago Navascués

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